Operación Policial

Se trata de todos

La Razón
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«Me golpeaban cuando les decía que me dolía, y más lo hacían. Me violaron varias veces, de uno en uno, y a veces dos hombres en el mismo cuarto donde me tenían encerrada. Me grababan cuando me violaban. Era horrible». Es el testimonio de una niña de 14 años víctima de la trata de blancas, pero podría ser el de un hombre de 25, una mujer de 30 o una niña de seis. La trata de blancas se ha convertido en uno de los negocios ilegales más lucrativos –por descontado, el más amoral e inhumano–, sólo por detrás del tráfico de drogas y el de armas, por andarse con remilgos a la hora de considerar el género, la raza o la edad de las víctimas.
Uno de los casos más conocidos es el de Marita Verón, de 23 años. Hace tres salió de su casa de Tucumán para hacerse un chequeo y fue secuestrada en la esquina de su calle. A los tres días la habían drogado lo suficiente para obligarle a ejercer la prostitución y 48 horas más tarde fue vendida por 2.500 pesos a una whiskería.
Son sólo dos casos de los casi tres millones de personas que un día vieron cómo su vida se rompía. Es posible que las cifras bailen, como lo hicieron un día sus vidas arrojadas a la esclavitud, la prostitución o el tráfico de órganos. Todos somos víctimas potenciales, directa o indirectamente. Urge un esfuerzo común de la sociedad, los políticos, los jueces y la policía.
Nadie puede sentirse ajeno a este drama porque su fetidez llega hasta nuestra calle. Librémonos de ella como de los anuncios de prostitución, tapaderas de las ratas que se llenan los bolsillos vaciando las vidas ajenas. Mañana, se puede tratar de ti.