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OPINIÓN: Qué contraste por Alicia Pineda

La Razón
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Ayer la sociedad civil celebró el Día de la Vida y esa celebración incluye la confianza de la población en las ciencias médicas. Desde los años 70 los avances han sido notables y han hecho descender la mortalidad maternoinfantil hasta límites impensables. La gran formación del personal sanitario ha sido clave: madre sana, niño sano. La ciencia al servicio de la vida. Y si a pesar de todo, el niño o la madre siguen enfermos, podemos orientar, acompañar y ayudar en cuanto esté en nuestra mano. Sorprende que en este tiempo sea una auténtica carrera de obstáculos el nacimiento de un ser humano porque desde la semana 10 empieza un cribaje que no sé si hubiésemos superado muchos los que vivimos hoy. Buscamos el niño perfecto, sin valorar el coste ético. Buscamos las condiciones perfectas y, en vez de ayudar en las dificultades, hay quien utiliza su formación médica para destrozar al ser más inocente y a su madre. Todo previo pago, eso sí. Todo lo que puede la ciencia es lícito. El ser humano ha pasado a ser una fuente de ingresos para la industria de la muerte. Espero que como el Dr. Nathanson, los «Morines» recuerden su juramento hipocrático y el objetivo para el que la ciencia los ha formado.