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Rebajas

La Razón
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La imagen que ayer me hubiera gustado ver en las televisiones es la de una formidable avalancha de gente, atropellándose por entrar a los grandes almacenes para capturar los chollos de la temporada de rebajas. Ayer comenzaron las rebajas en los grandes establecimientos, pero la hasta ahora tradicional imagen de esperpento y codicia por hacerse con las gangas, este año no se ha producido. Nada que ver con las aglomeraciones pasadas. Ni siquiera cayendo los precios hasta un 70 % como están cayendo. El consumo en los hogares españoles se ha detraído, incluso para hacerse con grandes chollos. Cierto es que buscamos comprar más barato, pero no es menos cierto que compramos menos. Como consecuencia de ello, empresas y firmas míticas, hasta ahora invulnerables a una crisis, están echando el cierre. Para este año el paro puede superar los cinco millones y medio de almas. Y quienes no han perdido su empleo, han visto su vida más encarecida y sobre todo, sienten una tenaza psicológica de pánico al futuro económico que les impide gastar. Por primera vez en esta Navidad muchas familias han vuelto al regalo único, después de la borrachera de agasajos que hemos vivido en los últimos años.
Aquellas imágenes de avalanchas en rebajas son ya historia. Hubo un tiempo que abrían los informativos de televisión porque los clientes hacían largas colas desde la madrugada para, a base de empellones, quedarse con las mejores bicocas. Ahora, numerosos establecimientos y grandes marcas han lanzado desde hace un mes, en plena temporada y antes de las fiestas, suculentas ofertas, a modo de ganchos comerciales para activar el consumo, porque la situación es calamitosa. Pero, ni por esas. El estado de ánimo de los ciudadanos sigue a la baja y no hay hechizo que valga para hacer despuntar el consumo. El CIS continúa dando el empleo y la economía como las principales preocupaciones de los ciudadanos. Pasada la euforia del cambio de Gobierno, apagadas la luces navideñas, terminados los jolgorios familiares, llegado este 8 de enero, a partir de mañana nos toca escalar una empinada cuesta porque vuelve la realidad por sus fueros. Será la hora de desafiar a la herencia recibida, de acometer los primeros tijeretazos.
Y eso que lo que viene en enero será sólo un aviso, porque lo duro vendrá después, con los Presupuestos Generales del Estado tras las elecciones andaluzas. Dicen los más realistas que lo mejor de 2011 es, como se dijo del 10, que habrá sido mejor que 2012. Por eso queridos lectores, si pueden, láncense a las rebajas. Si se lo pueden permitir, dense un capricho, por pequeño que sea. Y mantengan el humor a flote. Nada sería peor que cundiera el desánimo general. Y además, los expertos pronostican que para 2013 cambiará el ciclo de la economía, que el circulo infernal de «este año peor que el anterior» se romperá al fin.