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La «maldición» de los recursos naturales africanos

El 90% de los beneficios generados por la industria y la producción del continente cae en manos extranjeras

Un hombre prepara la báscula para pesar los diamantes que compra a mineros de la República Democrática del Congo
Un hombre prepara la báscula para pesar los diamantes que compra a mineros de la República Democrática del Congolarazon

MADRID- El oro, los diamantes, el petróleo y el coltán siguen siendo las «joyas de la corona» de una economía mundial que dice empezar a surtirse de recursos más abstractos. Sin embargo, nadie ha olvidado a África, al menos nadie que desee enriquecerse de verdad. Y es natural: el continente más pobre del mundo alberga el 50 por ciento de las reservas mundiales de oro, 45% de diamantes y 80% del «oro gris» (coltán) con que se fabrican los teléfonos móviles, ordenadores y misiles. Además, posee jugosos yacimientos petrolíferos con una dimensión de ganancias desconocida que, está visto, no se revierte en los propios estados africanos.

Sólo el 10 por ciento de los beneficios de la extracción de los recursos naturales se queda en el continente para engordar a las élites, y en buena parte para financiar a las guerrillas y milicias de oposición que suelen controlar las minas de diamantes y de oro, y sin cuyos «permisos» ninguna empresa transnacional –de las al menos 39 que denunció Naciones Unidas hace ya ocho años– podría comenzar o continuar su labor extractora.

El precio de esos permisos mantiene en pie a las milicias y les permite comprar armamento para continuar matando, violando y esclavizando a inocentes, como ocurre en Sierra Leona y República Centroafricana, y como dio a conocer oficialmente un informe del Observatorio de Derechos Humanos en 2005. En otros países como Zimbabue, el drama se ha anclado en la esclavitud de civiles para extraer oro y diamantes sin protección, en condiciones peligrosas y perjudiciales para su salud y para el medio ambiente.

Sólo el cine (con largometrajes como «Diamantes de sangre») y, en menor medida, la acción de los medios de comunicación lograron concienciar a la opinión pública de esta realidad.
Ante la creciente preocupación internacional, se inició el Proceso de certificación de Kimberley, impulsado por Naciones Unidas, y gracias al cual los países importadores de diamantes se aseguran la procedencia «limpia» de las gemas que se mueven en su mercado. La medida fue muy agradecida por los clientes que exigen garantías cuando se deciden a adquirir joyas de este tipo, asegurándose de no estar colaborando con ello a la violación de los derechos humanos. Y aunque tampoco contentó a todos –Amnistía Internacional criticó ciertos aspectos de su constitución– nadie dejó de considerarla, al menos, un buen primer paso. Pero nada de esto evita que África siga siendo el continente más pobre del planeta, a pesar de que 34 de sus 53 Estados estén salpicados de minas de oro.
 
Según la revista «Mundo Negro», las comunidades ciudadanas de ciertos países africanos empiezan a movilizarse contra los efectos de este sistema de explotación de recursos. Los grupos de defensa de derechos humanos están dando voz a los habitantes de pequeñas poblaciones intoxicadas por el cianuro utilizado en las extracción, a raíz de las muertes y pérdidas de ganado que esta situación genera en varios países. En cualquier caso, los grupos de presión se van ampliando y, sobre todo, van tomando importancia dentro de los propios Estados africanos, aunque para ello sea imprescindible el apoyo de otros grupos de presión exteriores y de la Prensa internacional.


Reducción del 40%
La crisis económica tampoco ha ayudado a suavizar esta situación. El descenso de las ventas en joyería –un 40% menos– en los países ricos ha repercutido fundamentalmente en quienes menos beneficios recibían ya del negocio. Los mineros africanos han visto reducido su correspondiente jornal de un euro diario, que en ocasiones ni siquiera se les paga. Y así sigue África, pagando un precio verdaderamente alto gracias a las inmensas riquezas naturales que alberga su suelo.


Joyas por armas
- El tráfico de diamantes ilegales representa el 40% de las ventas de Sierra Leona en el exterior. Guinea sirve como plaza de paso, por donde se «blanquean» las gemas antes de ser enviadas a Amberes. Las minas se concentran casi por completo al sur del continente africano, salvo Sierra Leona (al oeste).
- En el caso de las joyas de Congo, éstas llegan hasta Bélgica a través de Líbano.
- Zimbabue utiliza Mozambique y Suráfrica como puntos francos para llevar los diamantes a Reino Unido, Francia y EE UU.
- La venta de estas joyas pasa por la concesión de «permisos» por parte de las guerrillas, que controlan todas las zonas próximas a los yacimientos minerales. Con el precio pagado por las empresas extractoras se mantiene a unos 1.500 hombres armados con lanzadores de misiles unipersonales.