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Se acabó
Todo lo contrario a lo que ocurrió con Alemania, gente impecable donde las haya (Ingrid, un beso enorme y mucha fuerza), contra Holanda hubo leña y de la buena. Empezamos muy bien, pero a los cinco minutos ya es- tábamos los españoles preocupados. Como yo creía que se decía Kuyt y ahora resulta que es Kaut como se pronuncia, que este Robinson nos va a volver locos. Nos falta presencia arriba. No podemos entrar en su juego, que estos pegan sin bromas. Ya está Robben quejándose, mírale. Qué tío Van Bommel, como ya no está en forma es que no se corta. Dios mío, le ha matao. Esto de que el capitán sea el portero nos deja sin poderle protestar al árbitro. Ay, Dios mío. Bien. Maaaal. A Robben siempre parece que le han pegado un tiro. Uy, Heitinga. Ah, mira la devuelven. Nos están forrando, qué leches pasa aquí. Buffff. Mira, Gasol dando un beso a la novia. Ella es muy mona, la verdad.Así transcurría el partido en una casa de España, mientras los nuestros jugaban la final. Los nuestros, por cierto, anoche eran también los propios de muchos otros países que no han nacido en estos lares, pero que nos hacen mejores y más morenitos. Ayer vestían la roja todos esos que dejaron su tierra buscando un poco más de tranquilidad, o de felicidad, o como se llame eso que se busca dejando las raíces, y que cuesta mucho y duele más. Fue un gusto ver a senegaleses, a ecuatorianos, a chinos, a colombianos, a marroquíes, a seres humanos con todo tipo de pelo, piel y acento luciendo un color que ayer se asemejaba a un sentimiento común que jamás se había vivido. Gracias a todos por el apoyo, por sumarse a una marea poco habitual en un país cainita. Y gracias a un grupo de futbolistas que son mucho mejores que los que hoy presumiremos de patria.
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