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Entrevista con LA RAZON: «No he cambiado de ideas quizá ahora soy más radical»

Reproducimos por su interés la entrevista que concedió a LA RAZÓN con motivo de la publicación de su libro "Levantando del suelo", publicada por primera vez en 1980

Saramago y su mujer, la periodista Pilar del Río, besándose
Saramago y su mujer, la periodista Pilar del Río, besándoselarazon

Saramago quiere someter algunos de sus libros a la prueba del tiempo. Ahora reedita su novela sobre la historia de Portugal desde 1910 a la Revolución de los Claveles a través de una familia pobre del Alentejo. Con ella, Saramago dio a conocer su particularísima voz.«Cuando el ser humano comprendió que era inteligente se volvió loco». José Saramago, premio Nobel de Literatura en 1998, acude a una de sus viejas teorías para dar fe de su incredulidad ante la sociedad que nos rodea: «La globalización es incompatible con los derechos humanos», afirma tajante. La conclusión es que «seguimos viviendo en una locura». Ahora, Saramago, lúcido, atrevido, siempre la voz crítica, el contrapunto social, anda presentando la reedición de «Levantando del suelo» (Alfaguara), la novela sobre el Alentejo y la historia de Portugal en el siglo XX que publicó en 1980.

-Después de tantos años, ¿cree que «Levantado del suelo» puede tener otra relectura?-No. Una relectura distinta, creo que no. Lo que sí puede suceder es que lectores nuevos tengan una lectura nueva. Ahora será otra generación la que leerá este libro y pueden hacer otra interpretación. No he querido cambiar nada. El interés de este libro es que con él nació lo que después sería mi manera personal de narrar, de escribir.-Injusticia social, explotación, hambre, revolución. La historia de la familia Maltiempo sigue vigente.-Los libros son testimonios de época, de momentos, de situaciones. Las cosas cambian, pero que pasen veinte o cuatrocientos años no significa que ese libro pierda importancia. Incluso, puede ganar, porque es testimonio de una circunstancia que ya no existe. El Alentejo ha cambiado, claro. Pero las injusticias siguen. Ha habido un gran progreso, pero no para todo el mundo ha sido igual. Y además está surgiendo de nuevo la esclavitud con los subsaharianos que están llegando a Europa, hacinados, con salarios miserables, sin derechos. -Lo que sigue igual es su literatura, que sigue siendo un arma para combatir la injusticia social.-No, yo no veo a la literatura como un arma. A un manzano no se le pueden pedir peras. Soy un manzano y sólo puedo dar manzanas. ¿Qué quiero decir con esto? Que yo escribo lo que siento necesidad de escribir. Yo miro el mundo, la vida, la gente, la historia y reacciono. Esa es mi literatura. No acepto que las cosas tengan que ser lo que son, sino que discrepo y lo escribo. Pero no la veo como arma... -Pero en una literatura tristemente comercial, su compromiso no es muy común... -Yo no sé qué es lo que interesa a los escritores. Vuelvo al ejemplo de las manzanas. A los escritores siempre se les está pidiendo compromiso. Pero los escritores no son más que frutos de una sociedad, son personas como cualquier otra que tienen la suerte o habilidad para juntar palabras. Cada uno vive en su pequeño mundo y reacciona a lo que le afecta. Quiero decir que el compromiso de un escritor es simplemente una prolongación de su compromiso como persona. Yo no pido que en una sociedad como la nuestra todos los escritores se comprometan.-La literatura es un reflejo de la sociedad en este caso...-Claro, la literatura no puede cambiar el mundo. Es el mundo, la vida misma, la que puede cambiar la literatura. La literatura es simplemente un espejo de la realidad, que influye, pero no tanto para cambiarla. Pero no creo que haya que censurar al escritor que no tiene compromiso social. -¿Volvería a escribir «Levantado del suelo» ahora?-Si tuviera que escribir una novela sobre el Alentejo ahora, sería sobre la generación actual, no sobre aquellas de los primeros 70 años del siglo XX.-¿Ha cambiado usted como escritor en estos 20 años?-No, no. Lo que he hecho es evolucionar, quizá escribo ahora mejor que antes. Pero no he cambiado de ideas. Eso no, quizá soy más radical, pero sigo siendo libre.