Medidas económicas
Rajoy tiene las soluciones
Los dirigentes socialistas han ejercido una insólita práctica política en los últimos años: ejercer de oposición de la oposición. Han planteado como estrategia de desgaste una presunta carencia de propuestas del PP y una supuesta incapacidad para aportar soluciones a la crisis. A la vista de los resultados del 22-M, los españoles respondieron con contundencia a un discurso rebatido por la realidad. Si algo no se podía achacar a los populares es que no hubieran formulado iniciativas. Plantearlo ha sido un pobre recurso de un partido al que se le suponía mayor capacidad para iniciar un debate serio. Rajoy dispone de una hoja de ruta, de un programa reformista y regeneracionista para desatascar una economía azotada por la crisis y lastrada por siete años de Gobierno errático. La ciudadanía ha dado su confianza a una forma de entender la gestión de lo público enfrentada a la socialista. El líder de la oposición expuso el miércoles las líneas maestras de esa política para las comunidades autónomas y ayuntamientos. Austeridad, impulso económico, empleo y educación serán los grandes ejes sobre los que pivotará un buen número de propuestas que suponen una respuesta a la resignación. Planteamientos como el techo de gasto autonómico, la reforma del sector público, la reducción de la estructura administrativa, la racionalización y el recorte del gasto corriente, estímulo fiscal para los emprendedores, el fomento de la unidad de mercado, el reconocimiento del profesor como autoridad pública, y las evaluaciones externas del sistema educativo, entre otros muchos, son necesarios para el país y el PSOE no ha sabido o no ha querido afrontarlos. No habrá subida de impuestos y se preservarán las políticas sociales, porque la Sanidad, la Educación o la dependencia constituyen líneas rojas infranqueables del proyecto popular y de la España del siglo XXI. Los ciudadanos lo entienden así y los gobernantes tienen el deber de poner los medios para garantizar esos mínimos básicos. El resto de partidas es candidata a replantear sus magnitudes. No hay otra fórmula ni otra salida. Se han cometido muchísimos errores y dispendios que hay que pagar, intereses incluidos. El discurso fiscal de Rajoy envía mensajes que eran imprescindibles. El compromiso de estabilidad en los impuestos es un catalizador de confianza, al igual que los incentivos fiscales son un generador de actividad. Es un enfoque liberal de probada eficacia que la izquierda ha repudiado, con los resultados conocidos. El equilibrio es otro objetivo del plan del PP y será factible con el tijeretazo sobre los gastos superfluos y corrientes, que los hay y muchos, y con la reactivación de la actividad gracias a esa política fiscal atrevida que debe liberar recursos y alimentar la confianza y la recuperación. Rajoy no plantea un milagro, sino un compromiso de exigencia y sacrificio en primer lugar, y sobre todo, por parte de las administraciones públicas, que han vivido estos años ajenas a la crisis y por encima de sus posibilidades. No hay medias verdades ni tampoco paños calientes. Las dificultades son extraordinarias, pero existe un programa real que parte de un diagnóstico certero, y un líder que inspira confianza a la mayoría.
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