Comienza la guerra

La guerra ha comenzado. Me parece muy bien el fervor por derrocar a Gadafi. Los países que quieren deponerlo son los mismos que han hecho muy buenos negocios con el dictador libio. Le vendieron armas, le comparon petróleo y aceptaron que sus petrodolares sirvieran para adquirir participaciones en importantes empresas europeas y estadounidenses. Desde hace varias décadas ha sido un dictador, pero ahora existe prisa por acabar con él. No hay la misma urgencia con otros déspotas como los de Arabia, Bahréin o Yemen. Por supuesto, por las antiguas colonias africanas no existe otro interés que saquearlas. La intervención en Irak contó con mi modesto pero fervoroso apoyo aunque los progres europeos la boicotearon porque Bush les era antipático. España nunca participó en la acción militar y Aznar acertó apoyándola políticamente. Sadam era un dictador brutal y un elemento de desestabilización en la zona. Los rebeldes libios nos caen muy bien, pero no estoy seguro de que esas tribus rivales de Gadafi busquen la democracia.