Música

Londres

EMI ya es Universal

La entrada de la casa discográfica es un emblema de la ciudad de Londres
La entrada de la casa discográfica es un emblema de la ciudad de Londreslarazon

Universal y Sony, mano a mano, se han hecho con el goloso pastel de EMI, lo que ha dejado a los británicos melómanos de capa caída. El final no ha podido ser más tenso tras semanas de intensas negociaciones entre casas de discos y algún que otro externo al mundo de la música para la última gran compañía de música independiente. El grupo pertenecía al banco americano Citygroup, desde que Guy Hands, anterior propietario de la casa, terminara por endeudarla hasta el punto de deshacerse de ella a cambio del perdón de sus acreedores. Tras largas semanas, el banco americano ha llegado a un acuerdo con Universal para quedarse con la compañía por un total de 1.400 millones de euros.

La cuna de los Beatles
De esta forma concluye lo que ha sido la carrera más dura por hacerse cargo de la emblemática empresa, una carrera entre Vivendi, el grupo de comunicación francés propietaria de Universal y el magnate ruso Len Blavatnik, propietario de Warner Music. Esta operación fue muy criticada por los londinenses, quienes no veían con buenos ojos, que su emblemática discográfica, cuna de Los Beatles, Pink Floyd o Coldplay, cayera en manos extranjeras. Universal pasa ahora a ser el sello de música más importante del mundo y rival directo de SONY, con la que comparte parte del catálogo británico adquirido en esta operación.

Y es que finalmente, el dinero que el magnate ruso Len Blavatnik puso encima de la mesa, la friolera de 1.200 millones de euros, no resultó suficiente para el banco norteamericano. Sumado a las críticas que recibió en Inglaterra, la operación se decantó a favor de Vivendi, quien no ha dudado en poner lo que pedían en Citygroup. El acuerdo con Universal y Sony (que ronda los 2.000 millones) incluiría los contratos vigentes que la casa mantiene firmados con artistas nacionales e internacionales. El resto del consorcio se lo repartirían la Compañía Berstmann, una empresa de comunicación alemana y el fondo de inversión americano KKR. Universal y Sony se han repartido a gusto el catálogo y el actual plantel de artistas que tiene hoy la compañía en nómina.

Curiosamente, el ruso Blavantnik protagonizó hace tan sólo un par de años una polémica operación para quedarse con la gran rival de EMI, Warner Music, que adquirió sin que le temblara el pulso por 1.300 millones de dólares. La noticia ha sorprendido en Londres y creado división de opiniones. Y es que, además de ser famosa por ser la casa de los «fab four», a EMI también se la conocía en Londres como la compañía que más se gastaba en taxis para empleados y artistas (700.000 libras, nada menos) y que derrochaba cifras superiores a los 100 millones de libras anuales en gastos que no necesitaba justificar. Y sin hablar del presupuesto para flores...

Lo mejor de lo mejor
Electrical and Musical Industries fue el sueño de una isla que llegó a ser la dueña del mundo. En su máximo esplendor, EMI representó el orgullo patrio y a los mejores artistas de todos los tiempos. La ingente cantidad de dinero que amasó durante años fue mal gastado y derrochado al mismo tiempo que la tecnología dejaba atrás los vinilos. Hoy, quince años después del inicio de la crisis discográfica asistimos a la despedida del último gran sello independiente. Siempre apostó por las trayectorias de artistas a largo plazo y nunca creyó en los éxitos veraniegos y pasajeros. Sus artistas eran carreras musicales en sí mismos, pero ni siquiera su buen hacer para los demás lo ha sabido aplicar en carne propia.




Fortunas con estalactitas
Hace años que los rusos poderosos eligieron Londres y dejaron sus frías estepas. Blavatnik (en la imagen) no es el primero en llegar: ya conocemos las historias del dueño del Chelsea, Abramovich, pero es curioso, que siempre que Moscú tiene un enemigo compatriota, éste siempre está en Londres. También llegó del frío Andrei Melichenko, todavía acaudalado compatriota que posee un barco impresionante con forma de submarino (en la imagen), decorado por Philip Starck.