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«Spider-man»: Sin tormento

Director: Marc Webb. Guión: Nesrin y Yasemin Sandereli. Intérpretes: Andrew Garfield, Sally Field y Emma Stone. EE UU, 2012. Duración: 136 min. Acción/Aventuras.

La Razón
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¿Dónde está el beso invertido bajo la lluvia, aquel donde Mary Jane Watson está a punto de quitarle la máscara a Spider-Man, la mano detenida, una tela de araña entre los labios? Sam Raimi reinventó al superhéroe creado por Stan Lee y Steve Ditko en 1962 sometiéndole a los designios de una poética singular que, entre la tragedia y la melancolía, nos hacía soñar con los viajes aéreos de un post-adolescente enfermo de amor y de culpa. La ingravidez de las imágenes de la trilogía de Raimi ha perdido su peso específico en el relanzamiento de la franquicia firmado por Marc Webb. Es posible que, poniendo los pies en el suelo –o, lo que es lo mismo, haciendo de Peter Parker un joven más impulsivo, resolutivo y sarcástico–, «The Amazing Spider-Man» sea más fiel al cómic original, pero el entusiasmo atolondrado de Andrew Garfield, su desmedida energía en pantalla, no tiene efectos colaterales en la entidad dramática del personaje y de los que están en su órbita.

Por el contrario, el resultado es más epidérmico. La primera hora de metraje, enteramente dedicada a desarrollar los orígenes del Hombre Araña, descuida su tormento existencial, y la tensión derivada de la ocultación de la identidad que está en el pasaporte de todo superhéroe que se precie de serlo. Cuando llega la acción nos encontramos con un villano decepcionante, el Lagarto, Godzilla de medio pelo al que Webb no sabe exprimirle el peligro. ¿Para qué, pues, resucitar una franquicia que ya había dado sus frutos cuando ni siquiera las 3D son memorables?