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Murcia

Paco López Mengual: «De mayor me gustaría ser fantasma»

Profesión: mercero y novelista. Nació: en 1962, en Molina de Segura (Murcia). Por qué está aquí: presenta ahora su novela «El último barco a América» (Temas de Hoy) 

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–¿Cree en fantasmas?
–Cómo no. Hay fantasmas de traje bien cortado y hay espectros entrañables. De mayor me gustaría ser fantasma de los de sábana y castillo.

–Cuenta en su novela la aparición de espectros republicanos fusilados y enterrados de forma furtiva. ¿Claman por la Ley de Memoria Histórica?
–Por un entierro digno. Los muertos que no están bien enterrados resucitan siempre, incordian. Y los vivos nos dedicamos a politizar a los muertos.

–Se aparecen a un joven pastor. ¿Por qué los pastores son tan favorecidos por las apariciones?
–Quizá porque viven en soledad y silencio, y ven más allá que el resto de los mortales.

–Se le podría haber ocurrido que los espectros republicanos se enfrentaran a espectros nacionales...
–Sería una metáfora sobre las guerras que no acaban nunca. Las guerras continúan aún después de que todos los contendientes hayan muerto. 

–Hoy en día son los vivos los que parecen descansar en paz: ésta es una sociedad mansa, dócil...
–Sí, es verdad. Parece mentira lo cómodos que estamos en la crisis y con casi 5 millones de parados. Sí, parecemos muertos.

–Trata con humor la guerra civil, algo que aquí cuesta, que se ve poco...
–Cierto. Si narras la guerra civil con humor parece que eres irrespetuoso. Hace falta perderle el respeto a muchas cosas, incluso a la guerra civil. Ya es hora, ¿no?

–No es usual que un mercero escriba. Ya se habrá percatado de que es más difícil vender novelas que cremalleras...
–Bastante más difícil. Pago la universidad de mi hija y la hipoteca vendiendo botones y calcetines.

–De día vende hilo para el punto de cruz y por la noche teje historias...
–Eso es. De día soy el tendero de la esquina y de noche, escritor. La literatura es mi pasión; la mercería, mi pan. Y mi oficio.

–«El último barco a América». ¿Allí le gustaría ir?
–Me gustaría que el último barco me llevara al menos lejos de la crisis.

–Se ve que le place el realismo mágico...
–Sí. Yo hago realismo mágico murciano. Cerca de mi casa hay un hombre que pinta una montaña de azul para ahuyentar al demonio. Dice que Dios se lo ordenó. Es verdad, no me lo invento. El hombre pide para pintura; yo le he dado cinco euros.

–Quizá el que se le apareció fue José Antonio...

Por Amilibia