Internet

Dónde está el negocio

Uno de los grandes errores que han cometido las publicaciones on-line ha sido el de ofrecer los contenidos de manera gratuita

La Razón
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La pasada semana, en el transcurso de la Escuela de Verano «Verdad y medios de comunicación» que organizó la Universidad Católica de Ávila con la colaboración de LA RAZÓN, varios de los ponentes coincidieron en que uno de los grandes errores que cometieron las publicaciones on-line, y muy especialmente las ediciones digitales de los diarios tradicionales, fue el de ofrecer los contenidos de forma gratuita. Una decisión cuyas consecuencias, a la vista está, aún están pagando.

Y es que si en algo hay consenso actualmente en este sector es en la necesidad de cobrar al lector que desee acceder a determinados contenidos. Evidentemente, la información de última hora, la noticia pura y dura, el urgente, el teletipo de agencias que recogen todos los medios al instante, ésa, seguirá siendo gratuita porque el lector la tendrá en todas partes, en todos los soportes y desde multitud de fuentes. Además, la fuente de esos contenidos en muchos casos ni siquiera serán los periodistas sino que, a través de las redes sociales, serán los propios protagonistas de la información o los ciudadanos que sean testigos de ésta los emisores del mensaje.

Entonces, ¿por qué contenidos habrá que cobrar en internet? Pues por aquellos que aporten un valor añadido. Como dijo Olalla Cernuda, subdirectora de ABC para Internet, en una de las mesas redondas de la citada escuela de verano «hay que dar un periódico por el que merezca la pena pagar». Por este motivo, también habrá que llevar a cabo una tarea de concienciación de cara al lector para que entienda que el gratis total, no sólo es insostenible, sino que empobrece el panorama cultural.

En esto coincide también Pilar Gómez-Borrero, una de las pioneras del periodismo electrónico en España y autora del libro «¿Dónde está el negocio?», que asegura que habrá que cobrar por aquello «que tenga un valor diferencial para el usuario, por el que esté dispuesto a pagar». Puede ser, explica en su obra, por el acceso a esa información en un dispositivo en particular, por un contenido elaborado por expertos de un sector especializado, por un enfoque novedoso, por servicios complementarios o retransmisiones en directo de eventos de interés… Lo importante, concluye, es adaptarse a lo que demanda el lector. Por eso, explica que «el contenido que se elabore debe atender al estudio del comportamiento de sus usuarios y ser lo más ágiles posible en adaptarse a la demanda».

En este sentido, ¿se convertirán los quioscos digitales en la salvación del periodismo impreso? Sin duda, ahora que todos los grandes diarios nacionales están en alguna de las dos grandes plataformas existentes, Orbyt, en la que se encuadra LA RAZÓN, y Kiosko y Más, su uso se irá popularizando y crecerá el número de suscriptores, de modo que se conviertan en una fuente más de ingresos para los medios. Sin embargo, estos quioscos digitales se enfrentan a la existencia de sistemas similares que, aunque sin el consentimiento de los medios, ofrecen lo mismo de manera gratuita.

Tratar de que la legislación y los jueces actúen de forma firme y efectiva contra estos portales será fundamental para el éxito de estas iniciativas. De lo contrario, el problema que ha sufrido la música o el cine, donde la venta de contenidos de forma legal ha chocado contra el pirateo sistemático, podría repetirse en el periodismo.