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En qué piensan por Marina CASTAÑO
Detesto los tópicos y por eso procuro huir de ellos. Dicen que los hombres piensan algo así como diecinueve veces al día en sexo y que nosotras la mujeres cinco, o por ahí. Dicen que nosotras somos capaces de diversificar nuestra cabeza hasta el infinito, de forma que si estamos inmersas en nuestro trabajo, también nuestra cabeza está en la compra que tenemos que hacer al salir del despacho, en el niño pelma que saca malas notas, en el propio matrimonio, que está cayendo en la monotonía y en mil cosas más, sin desatender lo que tenemos en la pantalla del ordenador. Y no deja de ser cierto, sí, pero ¿por qué subestimamos de forma generalizada a nuestros complementarios?
Además, si esto es así como se dice, ¿por qué no lo admitimos y pretendemos obstinadamente en cambiarlo?
Las cosas son como son y cuando no tienen vuelta de hoja supone un desgaste inútil ir contra corriente.
Antropológicamente estamos hechos de esta manera en líneas generales, pero no olvidemos que todas las generalizaciones son falsas, incluso ésta, como rezaba un grafiti en la Universidad de Wisconsin y que llevo como bandera.
Existe el arquetipo de absurdo varón que le divierte la vida de amigotes y taberna; el «workaholic», que tampoco es muy recomendable, ya que los extremos nunca fueron buenos, pero también los hay que se mueven en un término medio, que es donde está la virtud. Ni los primeros ni los segundos estoy convencida que piensan ni siquiera un par de veces en el sexo cada día, ni siquiera al despertar, ya me entienden.
En cambio, ese tercer grupo es probable que distribuyan el tiempo de forma equilibrada entre su trabajo, su ocio y su pareja. ¿Qué esto es como encontrar un mirlo blanco? No estoy tan segura.
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