Sevilla
OPINIÓN: Excelentísimo o no
Mantener entretenido a esa calamidad política llamada Manuel Azaña ha sido el mayor servicio a la sociedad prestado por un ateneo en España: fue dejarlo salir y convertirse en uno de los protagonistas de nuestra tragedia nacional del siglo XX. En Sevilla, se limita a ser un cineclub que organiza la decadente Cabalgata de Reyes. Hace tiempo que el olor a armario apolillado se tornó en pestazo a cadaverina, y sólo mantiene la ilusión de estar vivo gracias al goteo del pesebre. Es la transacción habitual con los políticos: euros a cambio de libertad. Si en un ataque de dignidad limpias a Marchena, has de ofrecerle luego un auto de fe a la inquisición progre. ¿Qué dijo «il capo del comune» cuando vio el cuerpo descoronado de su «consigliere» favorito? Ateneo (a las consecuencias). Y Fabiani, al fondo del lago Michigan.
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