Sevilla

Después de la tempestad

La Razón
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No llega necesariamente la calma. Empieza el desasosiego. Dejo claro que la tempestad mediática ha sido la boda de los Duques de Alba. Hay que acostumbrarse al tratamiento, para que no te pase lo que a una mujer dedicada al comentario televisivo, que se escandalizaba de que los empleados de la Duquesa hayan recibido la orden de llamar Señor Duque al marido de Cayetana. En primer lugar, la gente que trabaja en la casa son personas que llevan muchos años y además saben sus deberes perfectamente, por eso hasta el día cinco, el novio era don Alfonso, y después del enlace el Señor Duque. ¿Cómo querría esta buena señora que le llamaran?¿Alfonsito quizás? Pero volvamos al desasosiego, la pareja ha seguido en Dueñas. La maquinaria informativa a la puerta de palacio. Quizás sería conveniente que se alejaran un poco para que se les apeteciera salir. Ahora viene el rosario de preguntas: ¿Se ha suspendido el almuerzo que les ofrecía Nati Abascal porque acudirán el día 12 a la recepción en el Palacio Real a la que están invitados? ¿Volverán el domingo a Sevilla para estar en la casa de unos amigos? ¿Viajarán a la finca del Carpio? ¿Se confirmará que el día 27 estarán en la presentación de la biografía de la Duquesa? ¿Acudirá el Duque a recoger el premio que una revista quiere otorgarle? Lo único seguro es que en los primeros días de noviembre marcharán a Tailandia, el viaje está totalmente organizado. A la vuelta empezaremos a especular dónde y con quién pasarán las navidades. El Duque comentó después de la boda que, a partir de ese momento, se rebajaría la presión mediática. Como nuevo en la plaza de la información, no sabe que esto no ha hecho más que empezar.