Escritores

Qué hace ahí por Alfonso Ussía

La Razón
La RazónLa Razón

Juan March Ordinas, el fundador de la saga, aprovechó que estaba sentado junto a Ignacio Villalonga, presidente del Banco Central, para metérsela doblada. «Ignacio, te agradecería mucho que encontraras un hueco en el Banco para un chico por el que tengo un gran interés». Villalonga no lo dudó. Las peticiones de March se traducían por órdenes, y el chico ingresó en el Banco Central con categoría de Subdirector General. Pero no era ordenado en el trabajo, y se le olvidaban hasta las reuniones con sus superiores. Una mañana, el entonces Director General, Alfonso Escámez, se lo topó en los pasillos de la planta noble. «¿Qué hace usted aquí? Si no me equivoco hoy tendría que estar en Sevilla representando al Banco en la Junta de Sevillana de Electricidad». «Pues ahora que me lo recuerda, así es. Pero se me ha olvidado. Es que tengo una cabeza»… Coincidieron de nuevo March y Villalonga, y el mallorquín se interesó por su recomendado. Villalonga, que estaba harto del chico, fue sincero: «Pues la verdad, Juan, muy decepcionante. Se olvida de todo, llega tarde y no está preparado. Si tenías tanto interés en él, no entiendo porqué no lo has colocado en la Banca March». Y March se revolvió sonriendo: «Porque en la Banca March no puedo colocar a un vago, que además, es tonto».

Lo de la capacidad para olvidar de aquel recomendado, me ha florecido en la memoria gracias a la comparecencia de Magdalena Álvarez en la comisión que investiga el fraude y el robo de los ERE de la Junta de Andalucía. Doña Magdalena, conocida en su familia por «Maleni», fue la consejera de Economía y Hacienda durante diez años, hasta que Chaves, otro que tal baila, se la endosó a Zapatero para que la hiciera ministra y deseara públicamente colgar a Esperanza Aguirre de una catenaria. Doña Magdalena fue, años atrás, consejera de Aviaco, y sus desplazamientos gratuitos con toda la familia por el mundo dieron motivo a un escándalo mayúsculo y un cachondeo aún mayor.

Doña Magdalena llegó a la comisión con la cabeza hueca, la memoria en blanco. «Se me pueden olvidar 12.000 millones de euros, porque he manejado muchos más». «No conozco a Francisco Javier Guerrero. Lo he visto ahora en la tele y creo que no me acuerdo de la cara». A una pregunta de la representante de Izquierda Unida, doña Magdalena, salerosa y espontánea, respondió: «¡No me acuerdo, hija! Perdón… señoría. ¡Me cuesta acordarme hasta de los directores generales de mi etapa». Es decir, que fue consejera de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía y no se acordaba de nada, cuando en los tiempos de su responsabilidad principió el tejido de la indigna y fraudulenta tela de araña de los ERE falsos. La desmemoria en estos casos, es siempre agradecida y acariciadora.

Vuelvo al episodio de los banqueros y del recomendado de March que se olvidaba de todo. Después de la queja de Ignacio Villalonga, Juan March autorizó a su colega a poner de patitas en la calle a su protegido. Un banquero o un alto ejecutivo bancario precisa de una memoria normal, y de un orden estructurado en su cerebro que no mengüe su capacidad en el trabajo. Europa es muy rara. Tan agresiva en ocasiones, tan dulce en otras. Porque una señora que olvida lo que hizo con 12.000 millones de euros en su etapa de administradora de la Junta de Andalucía, por muy bien recomendada que esté, no puede ser la vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones.
¿Qué mondas hace ahí?