Crisis económica
El último parapeto del PSOE
Frente a una debacle electoral sin paliativos que ha devuelto al socialismo español a niveles de apoyo popular comparables a los de 1979, esto es, a los que tenía el PSOE el año de su abandono formal del marxismo, y ante una legítima demanda de los ciudadanos en favor de un cambio de rumbo y de liderazgo político, la última ratio confesable esgrimida por el socialismo para no convocar elecciones generales es que los mercados de deuda lo recibirían mal.
No deja de resultar paradójico e irónico que el último parapeto político de un socialismo español –por no decir europeo– en crisis, y que se resiste a abandonar definitivamente la escena de la tragedia por ellos protagonizada, sean los propios mercados de deuda. Sí, esos mismos mercados que, conforme al relato canónico de la izquierda sobre la crisis, se han abatido sobre España cual plaga bíblica causando todos los males de la patria. No sé si en forma de último acto surrealista de este mal relato de la crisis, la última fechoría de los mercados con España sería entonces el sostenimiento del PSOE en el Gobierno durante diez meses más. En todo caso, dejo en manos de los creadores de eslóganes de la acampada en la Puerta del Sol el desenlace de esta tragicomedia política.
Porque más allá del absurdo lógico y político de servirse de los mercados para no asumir las responsabilidades políticas derivadas de las elecciones, lo más grave es que se demuestra una vez más que en el Gobierno siguen sin entender cómo funciona la economía internacional. Al igual que los votos exigen claramente un cambio político, los puntos de diferencial de la deuda claman también desde hace tiempo por un cambio en la política económica. Porque al final la prosperidad de todos depende de que España vuelva a ser un país previsible que genere oportunidades. De eso depende tanto la creación de empleo para los jóvenes, y los no tan jóvenes, como que se generen suficientes ingresos fiscales para tener la seguridad de que se va a devolver en tiempo y forma lo que las administraciones públicas han pedido prestado.
Resulta difícil imaginar algo que atemorice más a un ahorrador que ha prestado su dinero a un Estado que la perspectiva de diez meses más de parálisis tras constatar que el Gobierno carece de un proyecto nacional ilusionante capaz de suscitar apoyo a una imprescindible agenda de reformas económicas e institucionales que devuelvan al país su estabilidad y su potencial de crecimiento. Mientras el PSOE necesita más tiempo en el poder para tratar de arreglar la sucesión del líder caído y para, por qué no, esperar un milagro –laico, eso sí–, la prosperidad de los españoles y la confianza de los inversores lo que reclaman y lo que necesitan es un cambio urgente.
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