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Jáuregui: «El PP corre el riesgo de que el partido al final tenga otra cara»

Hubo tantas quinielas fallidas, tantas sugerencias no oídas y tantos destierros... que pocos confiaban ya en que el más apreciado de los socialistas vascos que haya pisado el Congreso de los Diputados fuera un día ministro. 

Jáuregui, en su despacho
Jáuregui, en su despacholarazon

Ya lo es. Y el traje le sienta como anillo al dedo. Hay, incluso, quien cree que tiene porte de presidente del Gobierno y, la verdad, si se le observa y escucha con detenimiento, lo tiene. Quizá por eso Zapatero tardó tanto en llevarlo a su Gabinete. De momento, el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, quiere que se sepa que no ha habido «fichaje» más acertado, que está encantando con tenerle a su lado y que el Ministerio de Presidencia no puede estar en mejores manos.
–¿Si tuviera que definir 2010 en relación con el Gobierno, qué titular elegiría?
–El año del reformismo de Zapatero, la apuesta por la ortodoxia, la recuperación de la confianza exterior en la economía española y los ajustes.
–Reformismo que ha supuesto la negación del proyecto político de Zapatero.
–Hicimos lo que hubo que hacer en cada momento. En el comienzo de la crisis, ayudar al mundo financiero y evitar el «crash». En 2009, aplicar la política keynessiana de inversión para salvar los sectores económicos. Desde enero de 2010, se ha impuesto el ajuste duro y la consolidación fiscal como única política económica. Se aplicaron recetas diferentes, incluso antagónicas, pero todo el mundo lo hizo así.
–¿Las medidas adoptadas suponen la defunción de la socialdemocracia?
–Con todo, hemos hecho un ajuste con contenido social. Hemos mantenido los elementos nucleares del Estado del Bienestar, inclusive la incipiente dependencia y, por supuesto, la educación y la sanidad. Reconozco que hemos tenido que ajustar mucho el gasto, y que eso ha exigido esfuerzos a todos los españoles, especialmente a quienes podemos tenerlos, es decir, a la clase media. Añadiré que esa petición de esfuerzo no ha terminado, tiene que seguir varios años. La tarta de la riqueza del país se ha reducido considerablemente, y debemos ser conscientes de que tocan tiempos de ahorro, trabajo, formación y esfuerzo colectivo.
–¿Cuando dice que la petición de esfuerzo no ha acabado quiere decir que en 2011 habrá nuevas medidas de ajuste?
–En general tenemos que acostumbrarnos a vivir con un 20 por ciento menos de renta en el conjunto del país durante los próximos años. Nos hace falta una inyección de hambre de conocimiento y esfuerzo como lo tuvimos en los 70 y los 80 y como lo tienen otros países del mundo. No preveo nuevas medidas de ajuste, pero el discurso general de esfuerzo hay que mantenerlo.
–¿De verdad cree que la subida de la luz era imprescindible para salir de la crisis?
–Sí. No podíamos evitarlo. Los españoles deben saber que tenemos en torno a 22.000 millones de euros de deuda con nuestra energía eléctrica pendiente de titularizar por las entidades financieras, que hay un déficit tarifario que tenemos que pagar antes de 2013, que ha subido el petróleo, que hay ayudas al carbón propio para que puedan trabajar los mineros y que el esfuerzo realizado en renovables para crear un sector industrial ha sido muy potente. Toda esa acumulación de circunstancias reclaman un esfuerzo de contribución de quienes podemos hacerlo.
–¿Van a dejar alguna medida de ajuste al Gobierno que salga de las urnas en 2012?
–Estamos haciendo lo principal. Estamos convencidos, y el presidente el primero, que éste es un Gobierno que acabará su mandato con el marchamo de ser el Gobierno que hizo lo que hubo que hacer en la crisis. Ése es nuestro premio. No sé si tendrá réditos electorales, es muy difícil, pero no es lo que nos preocupa. Lo que queremos es trasladar a los españoles la idea de que el PSOE es el partido que hace lo que España necesita. Lo hicimos en la Transición con el abrazo conciliatorio de la Constitución, con la consolidación de la democracia en los ochenta, con la reconversión industrial, la modernización económica y la entrada en Europa. Ése es nuestro reto más allá de réditos electorales. En todo caso, al próximo Gobierno le seguirán quedando cosas por hacer. España no va a resolver las grandes dificultades ni en un año ni en dos.
–¿Un Gobierno del PP se hubiera atrevido a tanto recorte?
–A un Gobierno de Rajoy, francamente, no lo veo. En ese sentido creo que hay una sensación que yo situaría en dos términos: esfuerzo contra indolencia; responsabilidad contra demagogia. No sé lo que hubiera hecho el PP, sé lo que tenemos que hacer nosotros y además señalo: siento muy poco acompañamiento, ya no sólo del PP, sino en general. Sabiendo como todo el mundo sabe que estamos haciendo lo que tenemos que hacer, a veces, la élite mediática, económica y por supuesto la oposición no están actuando como la situación de España requiere. Pongo como ejemplo las pensiones y el papel que estos días ha hecho el PP con una deslealtad con el país y una irresponsabilidad con los españoles que espero sepan juzgar.
–A quien parece que juzgan hoy es al presidente, que ha perdido credibilidad a chorros.
–Zapatero quiere hacer las cosas que hay que hacer. Pero también el PP tendrá que rendir cuentas. Su apuesta es cortoplacista y equivocada: elecciones anticipadas para ganarlas por desgaste del contrario. Es equivocada porque el Gobierno va a cumplir su mandato, y el partido va a durar 90 minutos, no se interrumpirá a los 70. Tienen que pasar todavía muchas cosas, y no le será fácil explicar su irresponsabilidad. Corre el riesgo de que el partido, al final, tenga otra cara porque el Gobierno, haciendo las cosas que debe, situará al país en otro momento. Le puede costar caro, corre el riesgo de quedarse sin balón.
–Pues las encuestas le dan 17 puntos de ventaja, ¿ve margen para el milagro?
–Trabajo en la única dirección en que creo que este Gobierno puede hacerlo, y también creo que ésta es la única posibilidad que tiene de remontar. No hay otra política posible. No es fácil, lo admito, pero el ánimo electoral de 2012 se fijará más bien después del próximo verano, no antes.
–De momento, en mayo habrá elecciones autonómicas, y será inevitable la lectura en clave nacional.
–Irán mejor de lo que la gente cree. Los candidatos tienen fuerza propia y las elecciones locales y autonómicas tienen una temática diferente a la nacional.
–Desde las autonomías se escuchan voces que le urgen a despejar la incógnita sobre su futuro político antes de mayo para no lastrar a los candidatos…
–No comparto ese criterio, no creo que perjudique a nadie. Lo único que puedo decir es que el partido tiene que trasladar una imagen absolutamente férrea de lo siguiente: tenemos un presidente que ejerce; un Gobierno que gobierna; un proyecto reformista que es el que España necesita y el partido durará los 90 minutos. Y cuando eso llegue, ya veremos quién es el candidato y de qué manera. Los candidatos a las elecciones locales y autonómicas tienen que volver a engancharse a la marca general. Los desmarques son un error. Nuestra marca de referencia sigue siendo el PSOE y la memoria histórica de este partido tiene que estar en la base electoral de cualquier proyecto por local que éste sea.
–¿Qué cree que pretendió Zapatero con aquel comentario en la copa de Navidad sobre su confidente en el PSOE?
–No sé. No puedo juzgarlo, pero si de algo estoy seguro es de que el presidente lo va a ser toda la Legislatura; fuera de eso no puedo añadir más.
–¿Tiene al menos opinión sobre si Zapatero debe anunciar si se presentará o no en 2012 antes o después de mayo?
–Creo que lo que tenga que decidir no debe manifestarse en los próximos meses, sino más bien a final de la Legislatura.
–¿Rubalcaba es buen candidato para suceder a Zapatero?
–El mejor es Zapatero.
–¿Y después de Zapatero?
–Si ese supuesto se planteara, sin duda Alfredo Pérez Rubalcaba es un magnífico candidato.
–¿El candidato debería salir de unas primarias?
–Una decisión armonizada suficientemente en el seno del partido puede ser suficiente. Pero eso es especular con un supuesto que todavía no se ha producido.
–Cambiemos el tercio, ¿ha variado algo para suponer que ETA ha decidido dejar las armas?
–Están ocurriendo muchas cosas y éstas son consecuencia en gran parte de las derivadas del proceso de paz de 2006. Aquello está en el trasfondo de lo que está ocurriendo ahora. ETA salió muy debilitada del proceso, con grandísimas contradicciones internas y con una gravísima censura internacional de su entorno. De todo esto y también de la eficacia policial y el modo en que hemos combatido el rebrote del 2007, 2008 y 2009, ha comenzado lo que Rubalcaba llama el principio del fin de la violencia. Soy de los que cree que estamos en el principio del fin, pero también de los que sostiene que será más largo y más complejo de lo que la gente cree.
–¿Qué tiene que decir ese comunicado que se espera para que el Gobierno dé por buenas las palabras de ETA?
–Lo ha dicho el ministro del Interior, la única voz que vale a este respecto: con adjetivos sobre una palabra que en sí misma no nos basta (tregua) no se agotan casi 50 años de tragedia y asesinatos. Sólo el fin de la violencia, el cierre de la persiana y la rotunda afirmación de que han terminado para siempre, podría provocar una reacción política. Pero no se va a producir, estoy seguro.
–¿No confía, pues, en el abandono definitivo?
–No, será mucho más eufemístico. Seguirá teniendo un aire de ambigüedad y un uso eufemístico de términos que no nos dan la convicción que deseamos, que es el fin para siempre. Desgraciadamente, no creo que eso se produzca, pero ojalá me equivoque.
–¿El final de ETA y una leve mejoría en los indicadores económicos servirían al PSOE para dar la vuelta a los sondeos?
–El fin de la violencia no será un acontecimiento que produzca ningún trastorno en la conciencia electoral. Esto es más largo, y para nada especulamos con ello. Es algo que los ciudadanos creen que estamos haciendo bien, y punto. No sabemos de qué manera repercutirá.