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Al mal tiempo buena cara por Enrique Miguel RODRÍGUEZ

La Razón
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Sigo instalado en el optimismo, porque además hay signos para ello, prefiero que si tengo que caer del caballo, aunque sea para no recuperarme en tiempo, hacerlo lleno de alegría. Mi destino es huir de esa especie de penuria agobiante donde quieren colocarnos. No es preciso arreglar el mundo para poder vivir intensamente. El jueves salí de Onda Cero después de tomarme un oloroso con tapita de jamón para ponerse a tono, me encaminé hacia la plaza Nueva, que estaba como en las grandes ocasiones, a rebosar de público. Las bandas desfilaban llenando de sonidos tan queridos todo el centro de Sevilla. Saludé a muchos amigos, sin contar a los «fósforos» de «Herrera en la onda» que siempre te animan. De obligado cumplimiento pasar por el Salvador, que sin duda es el templo más bello de la Unión Europea, la Vírgen del Socorro está maravillosa en su besamanos. Como escribía el otro día el gran Antonio Burgos, hay muchos en esta ciudad que conocen perfectamente Paris, Roma o Venecia y todavía no han entrado en ninguna de las fastuosas iglesias de Sevilla. Otra cita obligada para instalarte en la belleza absoluta es ir al besamanos de Nuestra Señora María Santísima de la Concepción. El esplendor de cualquier culto en un altar mayor supera todo lo imaginable, pero la hermandad del Silencio es sin ninguna duda una maestra en estos menesteres. Luego me fui a almorzar con una amiga, para ser más exactos, con la amiga indispensable en tu vida. Nos contamos nuestras penas penitas penas, y con un buen tinto y unas mejores setas, te salen todos los sapitos que se te van quedando acumulados por dentro. Para que no me faltara de nada, tengo entrada para el concierto de Miguel Poveda, por cierto, un verdadero fenómeno, no sólo como artista, además por su fuerza en las taquillas, 5.000 localidades vendidas en tres horas. Y vuelta a las calles. Música, luces, gente alegre, hasta las setas de la Encarnación viven su mejor día, con todo ello no es raro ponerle al mal tiempo la mejor de las caras.