Estados Unidos
21 años después persiste el vertido en Alaska
¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que el Golfo de México se recupere del vertido? Ésa es la pregunta que se hacen los científicos estadounidenses que ven cómo hoy, 21 años después del accidente del Exxon Valdez, la bahía de Prince William, en Alaska, parece limpia. Pero es sólo en apariencia. En algunas playas pueden verse bolsas de petróleo si uno cava tan sólo 10 centímetros
El 24 de marzo de 1989 el petrolero Exxon Valdez encallaba en la bahía de Prince William, en Alaska, despertando todas las alertas. Unas 38.500 toneladas de petróleo crudo se derramaban. Las manchas se extendían sobre más de 7.000 kilómetros cuadrados de paraíso natural. El desastre ambiental acaba superando el balance inicial que se anunciaba: 250.000 aves, 2.800 nutrias y 300 focas, todas ellas víctimas del vertido del Exxon Valdez, según el Centro de Documentación, de Investigación y de Experimentación sobre la Contaminación Accidental de las aguas (Cedre). Y lo sigue haciendo hoy, 21 años después. A pesar de las intensas labores de limpieza y la capacidad autorregeneradora de la propia naturaleza, la zona continúa afectada por la contaminación residual, según el Consejo del Vertido de Petróleo del Exxon Valdez. A vista de pájaro, el enclave, de singular belleza, está limpio. Sin embargo, esto es sólo en apariencia. Si uno se dirige a la playa y escarva en la arena, encontrará pequeñas manchas de petróleo. Las mismas que se encuentran las nutrias marinas cuando cavan hoyos en búsqueda de almejas, su principal alimento y el motivo por el que esta especie sigue todavía hoy expuesta a la contaminación del vertido. «Aún se pueden encontrar bolsas de petróleo líquido en algunas playas. La limpieza ha eliminado casi todos los rastros de petróleo, pero si cavas diez centímetros puedes encontrar todavía hoy petróleo en algunas playas», afirma Jeep Rice, científico de los Laboratorio Auke Bay, del Centro de Ciencias de Pesquerías de Alaska de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA). Lo confirma Rob Camppell, del Prince William Sound Science Center: «Hay algo de petróleo persistente en (o debajo) de las playas de la bahía. Pero no se cree que sean muy móviles». El petróleo del Exxon Valdez está disminuyendo a un ritmo de entre cero y un cuatro por ciento al año, con sólo un 5 por ciento de probabilidad de que la tasa se eleve al 4 por ciento. A este paso, el resto de petróleo no desaparecerá por completo en décadas y posiblemente en siglos, tal y como informan desde el Consejo del Vertido de Petróleo del Exxon Valdez. De hecho, una de las revelaciones más sorprendentes para esta entidad es que el petróleo del Exxon Valdez que persiste es casi tan tóxico como lo fue durante las primeras semanas después del derrame. «En 2001 se cuantificó que la mitad de las playas muestreadas tenían petróleo a 10-30 centímetros, incluyendo un poco de petróleo en la parte inferior de la zona intermareal, donde los mejillones, las almejas y los gusanos residen», afirma el científico de la NOAA.Alerta por las orcasEn la actualidad, «21 años después del derrame –prosigue–, todavía hay consecuencias. De algunas especies hay más información, pues fueron rastreadas desde el principio. En el caso de las orcas, dos manadas fueron fotografiadas a las pocas semanas del derrame de crudo. No se encontró el cadáver de ningún ejemplar, pero con el paso de los meses se comprobó que el 40 por ciento de las dos manadas se perdió al año después del derrame. A esto se añade que una de las poblaciones se extinguirá, ya que no hay hembras reproductivas y tendrá que pasar otro par de décadas para que la otra manada se recupere». «En cuanto a las nutrias marinas y los patos arlequines, los ejemplares que habitaban en zonas duramente golpeadas han seguido teniendo efectos subletales (elevación de las enzimas por la exposición continua al petróleo)», explica Rice. Los arenques han sido también objeto de estudio, aunque en este caso hay un debate sobre el papel que ha jugado el derrame para esta especie. «Las poblaciones de arenque en el momento del vertido eran altas y permanecieron elevadas dos años. En 1993 su población se colapsó y el stock ha ido bajando desde entonces. Es debatible el papel del vertido en este stock, pero lo cierto es que no hay ninguna otra población de arenque en Alaska que haya sufrido estas catastróficas pérdidas, mientras que el stock de la bahía sí lo hizo. No consideraremos que el ecosistema de Prince William Sound se ha recuperado hasta que las poblaciones de forraje se hayan restablecido y la población de esta especie es todavía el centro de atención», añade. Otra población que en su momento se vieron afectadas «fue el salmón, cuya población sufrió los efectos durante los cuatro años después del derrame. Su exposición a hidrocarburo aromático policíclico (en torno a 5 ppb) fue suficiente para que, dos años después, regresara un 20 por ciento menos de salmones adultos», explica.«En resumen, 21 años después del derrame, tenemos hábitats y especies aún afectadas por el vertido. El hábitat y la mayoría de las especies están ciertamente mejor que entonces, prueba de ello es que la tierra es productiva, el valor de las pesquerías y el turismo se lleva a cabo, pero todavía las cosas no son como antes del vertido. No hemos logrado recuperarlo del todo aún», analiza Rice. «Sigue habiendo manchas de petróleo y hay pruebas de que los patos arlequín continúan mostrando signos de exposición al petróleo», añade.En cambio, «aunque las poblaciones de orca no se han recuperado y una de las manadas, de hecho, nunca lo hará, las poblaciones marinas sí lo están logrando, al no estar expuestas, salvo en el caso de la nutria, al vertido persistente», explica. Hay tiempo para la esperanza, porque «la mayoría de las especies se ha recuperado, y hay otras que lo están haciendo, pero aún no lo han logrado y hay otras de las que aún se desconoce su situación», dice Rice.Es el caso del plancton. «No se ha hecho un seguimiento constante de la situación del plancton. Mis estudios comenzaron recientemente (noviembre de 2009), así que es demasiado pronto para saber si las poblaciones de plancton están por encima o por debajo del promedio. Pero, como el petróleo tienen muchos componentes tóxicos, es una suposición razonable decir que probablemente perjudica a organismos planctónicos», manifiesta Campbell. El estudio de estos organismos es importante porque «el plancton es la base de la cadena alimenticia en aguas abiertas. La dieta del arenque del Pacífico es en gran parte plancton, y lo cierto es que las poblaciones del arenque años después del derrame no se han recuperado», reflexiona Campell. «Muchos son los motivos que dificultan su recuperación, como es la cantidad de plancton, las condiciones ambientales del entorno, la cantidad de predadores y los brotes de enfermedades», añade. «En junio también se analizará si la población de almejas se está recuperando», avanza el investigador de Bivalvos del Consejo del Vertido de Petróleo del Exxon Valdez, Dennis Lees. En el caso de los mejillones, el 25 por ciento de la población murió a las semanas posteriores del derrame. Pero el daño fue mayor en los meses siguientes y un año después por la alta presión del agua caliente utilizada para lavar el vertido. Habitualmente los mejillones sometidos a esta técnica de limpieza mueren. No tengo datos exactos, pero seguramente la mayoría de sus poblaciones se recuperaron a los 10 años del vertido. La situación es diferente en el caso de la almeja. Algunos ejemplares murieron por la toxicidad del petróleo y otros por ser enterrados bajo el vertido. Pero, de nuevo, muchas murieron por el lavado que se hizo, probablemente hasta un 75 por ciento. La tasa de recuperación de esta especie es mucho más lenta que la de los mejillones. Cuando inspeccionamos la población de almejas en el año 2002, los sitios que habían sido lavados tenían un 65 por ciento menos de almejas que en aquellos enclaves manchados por el petróleo pero no limpiados artificialmente. Esto sugiere que la recuperación de estas almejas, que son alimentos muy importante para las nutrias marinas y las tribus nativas locales, podrían tardar entre 50 y 100 años», denuncia Lees. «El lavado con agua caliente hizo más daño que el propio petróleo sobre estas poblaciones», insiste Lees. La limpieza, a debateNo opina igual el científico de la NOAA. Para Rice, la rigurosa limpieza realizada fue perjudicial, pero sin ella creo que tendríamos problemas aún mayores con el petróleo persistente. Muchas más especies se hubieran visto afectadas por un período más largo. Siento que la zona intermareal fuera dañada, pero no me arrepiento de la intensa limpieza». El debate, 21 años después, sigue abierto. Y es importante ponerse de acuerdo, pues aunque la zona del Golfo de México es más abierta al mar que la bahía de Alaska (por lo que la naturaleza se autolimpiaría mejor), «una vez que llegue a tierra, este hábitat es muy frágil. Es difícil encontrar una roca, lo que hay aquí es arena, barro, juncos... Una vez entre el petróleo será muy difícil de limpiar y retirar sin devastar esas tierras húmedas», concluye Rice.
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