Crítica de libros
Democracia por Pedro Alberto Cruz
Sé que el palabro que utilizo para titular esta irreflexión no existe en español, pero desde que lo usé por primera vez a finales de los setenta –del siglo pasado- no he dejado de recurrir a él porque poco parece haber cambiado. Y su inclusión en mi vocabulario vino por la pregunta de un alumno sobre si yo creía que la democracia se iba a consolidar en España. Por supuesto le dije que sí, que para eso se había luchado –unos más que otros, aunque los que menos luego se pusieran medallas e inventaran exilios- y que su conquista era irrenunciable. Sin embargo…
Sin embargo –continué mi perorata- lo que vamos a vivir, lo que os vais a encontrar en pocos años, será con una situación de esquizofrenia, con una realidad disparatada en la que formalmente la democracia será la forma de gobierno y mentalmente (no recuerdo si llegué a decir genéticamente) la «dermocracia» será la que rija las actuaciones de todos (políticos, pueblo y demás). A las risas siguió un silencio tenso, y me vi en la obligación de aclarar mi premonición.
Mucho tiempo tendrá que pasar –les dije- para que el «pelo de la dehesa» dictatorial se nos caiga, tanto a los que dicen actuar de buena fe como a los nostálgicos de las revoluciones inacabadas (en sí, cualquier revolución que se precie concluye en dictadura con ánimo de perpetuarse), a este proceso necesario es a lo que llamo «dermocracia», porque es superficial, poco arraigado. Tendremos que esperar a que las raíces penetren hasta el tuétano para hablar de democracia.
¿Y a qué viene todo esto? A que hoy, y ante el espectáculo al que estoy –estamos- asistiendo, el palabro sigue teniendo vigencia, sigue estando acertada –al menos para mí- su utilización, y las tentaciones totalitarias (sean del signo que sean), personalistas y superficiales son cada vez más frecuentes. Las crisis económicas, cuando la democracia no ha calado, son el caldo de cultivo para que se imponga cualquier dictadorzuelo de…
✕
Accede a tu cuenta para comentar