Parlamento Europeo

Bélgica: 459 días sin Gobierno por Rogelio PÉREZ BUSTAMANTE

Elio Di Rupo, líder de los socialistas belgas, llega a la reunión de negociación de los partidos en Bélgica
Elio Di Rupo, líder de los socialistas belgas, llega a la reunión de negociación de los partidos en Bélgicalarazon

En la noche del miércoles 14 de septiembre se cerró un acuerdo entre los ocho partidos políticos de Bélgica, cuatro flamencos y cuatro valones, que permitirá a este país tener un nuevo gobierno que sustituya a un gobierno provisional que no ha logrado ponerse de acuerdo a lo largo de 459 días, es decir, un año y medio.

El desacuerdo en Bélgica tiene un trasfondo histórico, geográfico y político. Bélgica, constituida como nación en 1830, aparece separada por una frontera lingüística, un norte flamenco que habla neerlandés –el 59% de la población–, un sur valón que habla francés –el 40% de la población– y el resto, un 1%, habla alemán. No se mezclan, solo hay un 1% de matrimonios entre flamencos y valones, no hay partidos nacionales, no hay prensa nacional, no hay televisión nacional, todo está en clave regional. Bruselas está en el centro, con el 9% de la población del país, y es oficialmente bilingüe, pero el 90% de sus habitantes son francófonos.

Las tres mayores fuerzas políticas están implicadas en el acuerdo, la nueva alianza flamenca N-VA, ganadora de las elecciones de 2010, partido político flamenco de centro-derecha que promueve el nacionalismo cívico y apuesta por la separación pacífica de Flandes, se ha convertido en el partido más votado de toda Bélgica y es partidario a ultranza de la libertad económica. Quiere para Flandes el desarrollo de una economía liberal menos agobiada por las demandas valonas de mantener transferencias sociales. Es un interlocutor ahora imprescindible, como lo sigue siendo en Flandes el Partido Cristiano-Demócrata y Flamenco, el tercero en resultados electorales, cuyo líder, Yves Leterme, que había sido primer ministro antes y después de Van Rompuy, después en funciones, anunció el pasado día 13 de septiembre que se retira para ocupar el puesto de Secretario General adjunto de la OCDE. Es un hombre complejo que en su día dijo que lo único común a todos los belgas era el Rey, el equipo de fútbol y algunas cervezas. Es aficionado a la cría de cabras, «la vaca del pobre». Su salida facilita la negociación.

En la sombra de este partido está la gran figura de Herman Van Rompuy, aunque su ocupación máxima es la que corresponde a su condición de presidente del Consejo Europeo; el presidente de Europa, por así decirlo, con una función excepcional: la articulación de la salida de la crisis económica, cuyas riendas ejerce con habilidad y en la sombra en la compleja articulación de 27 Estados que hoy constituyen la Unión Europea. Van Rompuy es sin duda un hombre excepcional.

El segundo lugar del peso político actual de Bélgica corresponde al Partido Socialista, que fue el segundo más votado en las elecciones generales de 2010, y lleva ahora las riendas de la negociación a través de su líder, Elio di Rupo, candidato para ser primer ministro en el contexto del referido acuerdo.

Este acuerdo cierra el mayor periodo que ha pasado un Estado europeo sin Gobierno, un estado que además no está fuera de peligro en la actual crisis económica y financiera. Su elevada deuda pública, que ronda el 100% del PIB, y su déficit público le sitúan en una posición débil en los mercados. Y las agencias de calificación ya han advertido de que podrían rebajar la calificación soberana de Bélgica si no lograba formar Gobierno y si no se realizan las reformas que estabilizarían la trayectoria de su deuda.

El pacto alcanzado afecta al distrito electoral y judicial de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV) en el que se articulan facilidades administrativas para los francófonos en seis municipios, manteniendo los derechos electorales y el uso del francés. Se llega a un acuerdo sobre la reforma del Senado, un nuevo procedimiento para el nombramiento de los alcaldes, se preserva el uso de las lenguas en materia judicial y la autonomía de Bruselas de habla preferentemente francesa, quedando pendiente la cuestión de la refinanciación de Bruselas, la ley de financiación de las regiones y la transferencia de competencias del Estado federal a las autoridades regionales.

El acuerdo alcanzado indudablemente es histórico, beneficia a todos y, sobre todo, por primera vez incorpora una solución pactada que incluye a los líderes políticos más jóvenes. Algunos piensan que en el fondo sigue la sombra de la secesión de Bélgica, entre una norteña, la neerlandófona y católica Flandes y una sureña, francófona y socialista, Valonia y en el medio, la europeísta Bruselas.

Pero los más expertos entienden que no hay riesgo de que el país se divida. Sondeos de la Universidad de Lovaina revelan que sólo el 10% de los flamencos quiere la división del país y sólo el 5% de los valones se pronuncia a favor de la división de Bélgica. El Rey Alberto II, monarca con poderes de gran alcance, es un hombre de gran prestigio en un país que parecía incapaz de negociar. Recientemente, en un gesto sin precedentes, ha solicitado al primer ministro en funciones que redujese el déficit presupuestario de 2011.


Rogelio Pérez Bustamante
Catedrático Jean Monet Universidad Rey Juan Carlos