Espacio
No hay armisticio
Creo que si se es un rico heredero, en primer lugar no tienes necesidad de bautizar a tu hijo por vía de exclusivas. Incluso haciéndolo, además con «¡Hola!», la revista que más paga, te marchas a un lugar auténticamente privado, que los hay dentro del territorio nacional, o incluso tiras de unos miles de euros más y te marchas a un recóndito lugar al otro lado del mundo. Pero montar un numerete en Boadilla del Monte (que quede claro que esta histórica población, con Palacio Real incluido y en la que he vivido 15 años, me parece maravillosa)... Parecía una comedia del mejor Berlanga, los guardaespaldas, los biombos que sacaban del hotel restaurante que está junto al templo, los macetones tratando de tapar la entrada a la iglesia, Chelo García Cortés buscando la paz con los compañeros de otros medios, que, cumpliendo con su obligación, tratan de reventar a Chelo y a «¡Hola!» la exclusiva, la entrada apresurada y nerviosa de los padres con el niño... Lo dicho, un espectáculo. La segunda parte era más melodramática, el sinvivir, el comecome, el vendrá o no vendrá. Al final la Baronesa prefirió estar en algún lugar remoto. Los más enterados dicen que una de las causas de la no asistencia de la abuela es que no se insistió lo suficiente, que se la invitó como a un amigo cualquiera. Los malvados, que son los que suelen acertar, comentan que la Baronesa se sintió cogida en una trampa saducea. No quería formar parte de una exclusiva que se hubiera pagado más cara con su presencia, por tanto, prefirió la huida. Ésta es una batalla mediática perdida por Tita, a la gente le gusta más la reconciliación en momentos extremos como éste y dirán aquello de que una abuela que no se sacrifica por su nieto, ni es abuela ni es «ná». Pero la guerra sigue; como ven, no hay armisticio posible en los Thyssen.
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