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Te prometo una vida apasionante por Cristina L Schlichting
No me extraña. No me extraña en absoluto que haya más de uno fastidiado con la campaña de la Conferencia Episcopal sobre el Seminario. Es para estarlo, porque es tremenda. Tremendamente bella, llamativa, magnífica. No voy a perder tiempo polemizando con sus críticos. Ustedes entren en www.teprometounavidaapasionante.com y alucinen con los sacerdotes, jóvenes y viejos, que tienen el valor de decirles a los hombres de hoy: «No te prometo una vida de aventuras, te prometo una vida apasionante». Ahí les duele. En un mundo aburrido y ahíto, desesperanzado, se ofrece lo que todos anhelamos secretamente, una vida grande. Y sin tapujos: «No te prometo grandes lujos, te prometo vida eterna. No te prometo una decisión fácil, te prometo que nunca te arrepentirás. No te prometo que puedas acabar con el dolor, el sufrimiento o la injusticia, te prometo que allí donde estés llevarás esperanza». Es imposible sustraerse a la belleza de esta campaña. Salvo que estés lleno de odio. En ese caso, te pondrá de los nervios. Porque tiene la osadía de plantear el cristianismo a los hombres del siglo XXI. ¿Que es provocadora cuando dice «No te prometo un gran sueldo, te prometo un trabajo fijo»? «Pues claro», –dice Santiago Requejo, creativo de 02:59 Films– «teníamos que enganchar a la gente en un mundo muy agresivo visualmente». Pues lo han logrado. Al menos conmigo.
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