Cataluña
El problema político
Estoy convencido de que a muchos no les agradará, pero los hechos, como indicaba Lenin, son testarudos. Tras la situación económica, las estadísticas muestran que el primer problema para los españoles lo constituyen los políticos. Semejante circunstancia reviste una enorme gravedad porque equivale a decir que a los enfermos lo que más les inquieta es la presencia de los médicos o a los vendedores, la cercanía de compradores. En puridad, los políticos no tendrían que ser un problema sino una parte importante de la solución. Desde luego, por eso permitimos, incluso con cierta resignación, que nos vacíen los bolsillos para pagarles cada mes. La realidad, sin embargo, es que, durante tres décadas largas, los políticos se han ido convirtiendo en un conjunto de castas privilegiadas que constituyen una porción nada desdeñable del berenjenal en que nos hallamos inmersos. Uno echa un vistazo a las cajas en quiebra donde un peluquero puede llegar a miembro del Patronato o un carnicero a presidente y encuentra a miembros de partidos y de sindicatos que sólo han contribuido a vaciarlas en beneficio propio y en perjuicio de los ahorradores. Uno echa un vistazo a la masa que no cobrará una pensión decente salvo milagro especial de la Providencia y no encuentra a los políticos que cobrarán un retiro de oro sin apenas cotizar. Uno echa un vistazo al ejército de cinco millones de parados y descubre que ninguno cobra un desempleo como el de aquellos políticos que no han sido reelegidos y se ven obligados a buscar trabajo. Uno echa un vistazo a los lugares comunes y no encuentra ni por casualidad a los defensores de los trabajadores porque andan en restaurantes de lujo, de crucero por el Báltico u ocupando un ático de protección oficial sin cumplir los requisitos para ello. Uno echa un vistazo a los impuestos que paga y descubre cómo el hermano de Carod-Rovira es embajador de una fantasmal embajada de Cataluña, cómo se entrega dinero al déspota de Rabat o a los gays y lesbianas de Zimbabwe o cómo Tutangallardón se gasta el dinero de manera absurda e inmoral. Es verdad que los nacionalistas y el PSOE han hecho todo lo posible porque estas informaciones no lleguen a los ciudadanos, pero, al fin y a la postre, por eso de que siguen existiendo jirones de prensa libre, llegan y el resultado de saber la verdad está a la vista de todos. Por supuesto, se pueden citar notables excepciones como el gobierno de Esperanza Aguirre en Madrid. Por supuesto, sujetos como ZP o Tutangallardón sobresalen sobre otros a la hora de dilapidar los caudales de los ciudadanos. Por supuesto, puestos a trabajar poco es difícil superar a los liberados sindicales. Por supuesto, puestos a lograr opacidad en sus ingresos y gastos resulta imposible superar a UGT y CCOO. Sin embargo, no cabe engañarse. La desconfianza de los ciudadanos es generalizada. Buena prueba de ello es que Mariano Rajoy, a pesar de todo lo que está cayendo, no está consiguiendo más votos de los logrados en las últimas elecciones. No avanza. Es que los otros retroceden. O sea que el panorama resulta extraordinario. Por un lado, ZP y el PSOE se desploman. Por otro, el PP ni entusiasma ni crea confianza. Pues a ver como conseguimos mantener el taburete con una pata podrida y otra corta.
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