ANÁLISIS: Obsesión o vanguardia por Valentín Martínez-Otero

l El afán por adquirir los últimos dispositivos móviles, ¿es una forma de estar a la vanguardia o puede devenir en una obsesión psicológica?
–Es delicado hablar de obsesión, porque ahí entraríamos en el terreno psicopatológico. El afán por la tecnología puede ser sintomático de un trastorno obsesivo y, de ahí, pasar a un trastorno adictivo, como es la ciberadicción. También puede ser consecuencia de la fiebre consumista, el estar a la última, el afán de vanguardismo... Es evidente que estos tiempos son cada vez más tecnificados, con todo lo que lleva aparejado. La ciberadicción puede conducir a un afán por adquirir este tipo de productos por un motivo: rentabilizar más las conexiones. El «tecnoadicto» busca un mayor rendimiento, que la conexión sea más rápida. Y el usuario cree que sale beneficiado gracias a un producto que satisface en mayor medida su afán de conexión.

l ¿Se valora en su justa medida la ciberadicción o no es un término suficientemente reconocido en el mundillo clínico?
– El ciberadicto es un esclavo: es una persona dependiente de internet. Lo cierto es que, desde un punto de vista clínico, el término se ha incorporado en los manuales de trastornos. Pero también es verdad que, cada vez más, goza de mayor reconocimiento. No se puede descartar que, en un futuro no muy lejano, sea incorporado. Y no sólo la adicción a internet, sino también a otras tecnologías.

l De hecho, no puede olvidarse que hablamos de una adicción. Y como tal, si no se sacia, deviene en problemas físicos y psíquicos.
–Aquel que verdaderamente es un adicto a internet queda absorbido por esta tecnología. La utiliza durante muchas horas. Y cuando no la puede usar, experimenta ansiedad. Tiene que mirar el correo, toma la red como información para su ocio, incluso es su herramienta para relacionarse. El hecho de estar privado de internet puede perjudicar su salud física y psíquica, o incluso perjudicarle en su ámbito laboral.

Valentín Martínez
Otero Doctor en Psicología