Ley Antipiratería

La democracia pirata

La Razón
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La defenestración de la llamada Ley Sinde en el Congreso ha sido celebrada por diferentes grupos como «un triunfo de la democracia». Lamentablemente, por otro lado nos da la medida del estado de la cultura en este país, donde las actividades de creación intelectual se siguen tomando por el pito del sereno. Una vez más, la propaganda demagógica ha superado por goleada la publicidad gubernamental, especialmente la de un Ministerio de Cultura falto de reflejos que no ha tenido argumentos convincentes para convencer al personal de respetar el bolsillo de autores de productos audiovisuales. A nivel popular, se extiende la idea de que hacer películas, series televisivas, canciones y otras obras de arte no requieren trabajo ni esfuerzo alguno, son quimeras caídas del cielo que por naturaleza deben estar a disposición de cualquiera que quiera echar mano de ellas. Y disfrutarlas gratis es más que un derecho, una obligación. También es frecuente la idea de que los artistas están forrados y poco daño se les hace. Esto puede ocurrir en casos contados, pero la mayoría está a dos velas y muchos todavía viven de los derechos de algún éxito pasado. Si les quitas el grifo de los royalties, los condenas a partir cantos con las muelas.

¡La propiedad intelectual es un robo! Han venido a decir la mayoría de nuestros diputados, aupados por los internautas. Eso estaría bien si lo extendemos a todo tipo de propiedades. Sin ir más lejos, ¿por qué la gente compra por internet medicinas, cachivaches, lavadoras, ropa y todo lo que se pueda colgar en la red y a nadie se le ocurre reclamarlo gratis? Lo mismo que pagan religiosamente las cuentas de las compañías telefónicas, que eso sí que es timo. La ley Sinde sólo proponía el cierre de webs de venta ilegal y particular negocio suculento a costa de otros. La lucha contra el bandidaje con orden judicial. Todo muy dentro de la ley. Quizá el error es que no han sabido fabricar plataformas alternativas donde descargar productos baratos, o incluso gratuitos, de forma legal. Los piratas siempre navegan más rápido.