Espectáculos
Éxodo vecinal ante la fiesta arcoíris
La avalancha de visitantes y el ruido del Orgullo obligan a muchos vecinos a abandonar casas este fin de semana. Los residentes de Centro se quejan de que los asistentes al evento orinan en sus portales y les impiden dormir
MADRID- Las fiestas del Orgullo Gay se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la capital, tanto que existe una estrategia específica para atraer al colectivo homosexual gracias a la fama de ser una de las ciudades más «libre y abierta» de Europa, tal y como reconoció esta misma semana la alcaldesa, Ana Botella. Además, el caracter festivo de la reivindicación del Orgullo en Madrid supone un valor añadido que se traduce en un incremento de visitas y, por lo tanto, de riqueza para todos los sectores relacionados con él. Ésta es la cara de una fiesta que celebra hoy su día grande y que, también, tiene su cruz. Las voces que rechazan las fiestas abanderadas por el arcoíris y tienen un mismo nombre: los vecinos. Para ellos, la semana de reivindicación del Orgullo es la peor del año por el ruido, la suciedad, la inseguridad y la falta de consideración de quienes vienen a disfrutar a la puerta de su casa y no tienen reparos en, por ejemplo, orinar en el portal.
El año pasado, el Ayuntamiento de Madrid recogió 175.000 kilos de basura en sólo 12 horas el día del desfile. Asimismo, la Policía Municipal alertó hace días a las asociaciones organizadoras de los problemas de seguridad, especialmente de robos al descuido, que se producen ante la acumulación de gente en un espacio tan reducido y que se han producido otros años. Una auténtica pesadilla de noches sin dormir y basura acumulada que hace que muchos vecinos opten por huir durante esos días pero que mejoran las cajas del gran beneficiario de la llegada de turistas a la fiesta: el sector hostelero. En el hotel Óscar de la plaza de Vázquez de Mella es casi imposible encontrar habitación por estas fechas. «Siempre se llena, sobre todo de extranjeros europeos que, además, repiten», explican. Ante el aumento de demanda, algunos vecinos han optado por poner al mal tiempo buena cara y, a la vez que «huyen» de las fiestas, alquilan su casa por cantidades astronómicas. No es extraño encontrar en internet y en las calles de Chueca anuncios ofreciendo pisos en la zona por 300 euros el fin de semana o 50 euros al día durante el Orgullo Gay. «Yo respeto a todo el mundo, pero cuando he alquilado me han robado», relata Paquita, una de las vecinas que ya intentó hacer negocio con sus habitaciones y que tiene que «mudarse» a la otra punta de su casa para poder dormir algo estos días. «He perdido oído por lo alta de que está la música y eso que firmé para que se hicieran las fiestas aquí», lamenta.
En el caso de Lola, que trabaja en una inmobiliaria, su decepción es doble. Primero porque ellos no mueven el alquiler temporal y segundo porque, también como vecina, la avalancha de gente les perjudica. «Ahora está mejor porque quitaron los conciertos de la plaza de Vázquez de Mella, aunque el botellón es el verdadero problema», reconoce.
Según Hilario Alfaro, presidente de la Confederación de Comercio de Madrid, las fiestas del Orgullo Gay son vitales para los negocios que viven de este perfil de visitante. «Son beneficiosas para el comercio, la hostelería y la restauración, siempre que se guarde el equilibrio entre el descanso de los vecinos y el desarrollo de las fiestas», señaló.
También para la Asociación Madrileña de Empresas de Restauración (AMER), las fiestas «generan una fuente de ingresos importante para la ciudad de Madrid, para el turismo y la gastronomía». Con todo, también se mostraron partidarios de respetar las horas de descanso de los vecinos. «Si se siguen las normas de cierre de los establecimientos, no tiene por qué haber ningún problema», señalaron desde AMER.
A pie de calle, los comercios del barrio tienen una visión más práctica de las ventajas del Orgullo Gay. «Aquí en julio y agosto no viene nadie, así que los ingresos de esta semana nos sirven para sobrevivir el resto del verano», aseguró Modesto, de El Almacén de la Cerveza. En su local un fin de semana cualquiera se hace una caja de entre 3.000 y 4.000 euros, mientras que estos días puede llegar a los 16.000 euros. En La Casa del Bacalao también notan un incremento de las ventas gracias a la llegada de visitantes. «El Orgullo da más vida al barrio y deja beneficios», señala Manoli.
Desde el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (Cogam), aseguran que «ha crecido tanto el Orgullo en Madrid que llegan vuelos chárter completos desde Norteamérica». «Es uno de los festivales reivindicativos más importante y con actividades gratuitas, la ocupación hotelera es del 90 por ciento y todo ello redunda en las agencias de viajes, restauración y quioscos –destacó Agustín López, presidente del Cogam–. Así lo ha entendido también Turespaña y la valoración de la ciudad es positiva, si no los turistas no repetirían un año tras otro».
Sobre las quejas del ruido, López recordó que cada año se incrementan las actividades para familias y niños en la plaza de Chueca y que el festival de la plaza de Vázquez de Mella es ya «un evento cultural». «Siempre nos coordinamos con la Delegación del Gobierno y el Ayuntamiento para que las fiestas se desarrollen de la mejor manera posible y los últimos años hemos hecho hincapié en mejorar en el tema del ruido», explicó Agustín López, presidente del Cogam. Este año, además, han creado la figura de la Sos Queen para concienciar sobre el reciclaje de basura.
LOS VECINOS QUIEREN OTRO ORGULLO ¿ES POSIBLE?
A su constante conflicto con los organizadores de las fiestas y el Ayuntamiento de la capital para conseguir que las fiestas no destruyan el barrio, este año la Asociación de Vecinos de Chueca ha sumado un nuevo motivo de indignación: la declaración del Orgullo Gay como fiesta popular. Según denuncian, con esta declaración se pretende esconder «la intención de poder perpetuar la apropiación por parte de unos empresarios, con la excusa del Orgullo Gay, del espacio público para su propio lucro y además dar cobertura legal a lo que hasta ahora ha sido una concesión arbitraria». Frente a las quejas, hay algunos vecinos que proponen que la parte principal de las fiestas se celebre a la luz del día «con cuentacuentos, ancianos y niños, payasos y títeres, con teatro y bocadillos de chorizo, con clases de filosofía y de cocina, y hasta con charangas de boleros y pasodobles».
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