Conciliación
Dejan irse a los cerebros
No se nos pueden marchar más cerebros. Algo deben hacer la Generalitat y las empresas con quienes se erigen en eminencias en sus profesiones, permanezcan en nuestros hospitales, institutos tecnológicos o en la iniciativa privada.
Viene a cuento por la noticia que publicamos en LA RAZÓN hace unos días sobre la intervención quirúrgica realizada en Barcelona por el equipo de José Caffarena. El feto de un bebé fue operado en el útero de su madre a las 26 semanas de gestación. Presentaba obstrucción grave de válvula aórtica. Hoy tiene seis meses, juega y crece como un niño normal.
Lo curioso es que Caffarena, valenciano de adopción e hijo de un eminente cardiólogo, se crió en nuestra ciudad y, durante años, como su progenitor, ejerció en La Fe, donde alcanzó extraordinario prestigio como cirujano cardíaco infantil. Hace apenas tres meses, la medicina valenciana lo dejó escapar al Hospital San Juan de Dios de Barcelona a pesar de que lo podía haber retenido.
Su reconocimiento profesional traspasó fronteras. Tanto, que por sus manos pasaron niños de toda España y de algún país extranjero, visitas que fortalecían la fama de nuestra medicina y, si me apuran, hasta reportaba compensación económica a través de la Seguridad Social de otras regiones.
De todo ello se aprovecha hoy el centro clínico catalán. Como dice mi amigo Rogelio «si, al menos, sirve para que nuestros dirigentes aprendan». Así es la vida.
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