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Dudas razonables
Guardiola quiere estar seguro de prolongar el ciclo ganador del Barça antes de firmar la renovación. «Sin él, no somos nadie», sentenció ayer Alves
BARCELONA- Pep Guardiola necesita su tiempo y el Barcelona se lo está dando. Se acaba el mes de febrero y el club azulgrana aún no sabe quién se sentará en el banquillo la próxima temporada. La renovación del técnico se está alargando más de lo normal y las luces de alarma ya han sido revisadas, por si tienen que encenderse precipitadamente. Guardiola mantiene en vilo al barcelonismo. Ha diseñado el mejor equipo de fútbol de la historia, hasta la última persona con la que trata le ha pedido que siga, pero se resiste a dar el «sí».
El éxito de Guardiola es el éxito de un personaje sumamente perfeccionista. Y es precisamente eso, la búsqueda de la perfección, lo que está provocando sus dudas. Antes de firmar su nuevo contrato, el técnico quiere tener la certeza de ser capaz de prolongar el ciclo ganador que inició hace tres temporadas y media, y ha detectado algunos síntomas que le hacen dudar.
Es evidente que el Real Madrid ha recortado las distancias. La Liga es más blanca que otra cosa y la última eliminatoria copera demostró que, futbolísticamente, el espacio entre ambos equipos, otrora sideral, se ha reducido con-siderablemente. En el Madrid, además, está el factor Mourinho, que supone un desgaste continuo por su manera tan peculiar de hacer las cosas.
Pero Guardiola está convencido de que con la mentalidad adecuada su plantilla es capaz de mantener la hegemonía futbolística. Aquí nace otra de sus dudas. Con unos jugadores que ya lo han ganado todo, que sigan teniendo hambre para sumar más títulos es un reto inmenso que el técnico medita si es capaz de afrontar. Esta temporada ha tenido que dar avisos a algunos de sus jugadores, como a Piqué, al que dejó en la grada ante el Bayer Leverkusen después de hacerle viajar hasta Alemania. Un mensaje público que no iba sólo para el central.
Guardiola puede controlar lo que pasa dentro del vestuario hasta cierto punto, pero su poder acaba ahí. Y al de Santpedor hay ciertas actitudes de la junta directiva que no le gustan. No las comparte, aunque nunca lo admitirá en público por el bien del club. El técnico siempre ha mantenido las distancias, tanto con Laporta como ahora con Rosell, y no está cómodo con algunas de las cosas que han pasado últimamente en el club. La figura de Tito Vilanova es una de las claves para entender el éxito del Barça de Guardiola. Su grave enfermedad fue un varapalo para el técnico. Por suerte, su recuperación va por el buen camino y la salud de Vilanova ha dejado de ser una preocupación.
Pero la presión para que firme su renovación es brutal. Desde que sembrara de dudas a todo el mundo el pasado sábado, las voces desde el vestuario se han multiplicado pidiendo su continuidad. La última, la de Alves: «Sin él, no somos nadie». Sobran más palabras.
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