Barcelona

El expolio imaginario

La Razón
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Los partidos soberanistas de Cataluña han acuñado como grito de guerra la frase «España nos roba» para espolear el sentimiento antiespañol y justificar sus reclamaciones. Con ella pretenden imbuir en los catalanes la creencia de que pagan mucho más que el resto de los españoles y que sus impuestos salen de Cataluña para beneficiar a otras comunidades. No es nada nuevo que los separatistas se dediquen a azuzar supuestos agravios o imaginarios expolios fiscales, pero es en época de crisis y de penuria cuando encuentran mayor eco en la población. Precisamente en una situación así se gestó en la Alemania de entreguerras un nacionalismo populista cuyo resultado final, con Hitler a la cabeza, es de todos conocido. A juicio de Artur Mas y de sus técnicos de cámara, la balanza fiscal catalana arroja de forma permanente un déficit para las arcas autonómicas, por lo que exigen sustituir el actual sistema de financiación por un convenio que ortorgue a la Generalitat plena soberanía fiscal. No debería de ser muy difícil comprobar, dato a dato, si lo que afirman es cierto o es simplemente producto de su victimismo congénito. Y a eso es a lo que se han empleado varios expertos de FAES, que ayer presentaron en Barcelona el resultado de un extenso estudio que desmonta la falacia del expolio fiscal. Y lo hace desde diferentes perspectivas. En primer lugar, denunciando que el método empleado por la Generalitat, el de flujo monetario, es muy discutible y difícil de aceptar «porque lleva a conclusiones claramente irreales y erróneas». En opinión de los analistas, el trato fiscal en Cataluña es muy similar al de otras regiones ricas en los países de nuestro entorno, incluso en EE UU, de modo que sería falso hablar de discriminación o de un maltrato que sólo existe en el imaginario nacionalista. En suma, ni los datos objetivos ni el análisis comparado avalan ese «España nos roba» que con tanto ahínco propagan los separatistas, incluso en las escuelas. En realidad, lo que está en juego con esa falsificación de la realidad es el principio mismo de igualdad y solidaridad interterritorial consagrado en la Constitución, que quieren moldear a su interés y medida. El llamado «pacto fiscal» de Mas no era más que un intento de romper la soberanía fiscal originaria, que reside en el conjunto de los contribuyentes y no es troceable. Así se estableció y se pactó en la Constitución de 1978, que los nacionalistas catalanes apoyaron decididamente, no sin antes rechazar una especie de concierto a la vasca, porque entonces no les beneficiaba, como el que ahora reclaman a gritos. A los ciudadanos catalanes no se les puede engolosinar con falsas promesas tributarias porque el núcleo de la justicia fiscal reside en que la carga tributaria no radica en el lugar de residencia, sino en la capacidad de pago. Es decir, no pagan las autonomías, pagan los contribuyentes.