Barcelona

Sánchez Junco inventó las exclusivas pagadas por Jesús MARIÑAS

El fallecido presidente de «¡Hola!», Eduardo Sánchez Junco
El fallecido presidente de «¡Hola!», Eduardo Sánchez Juncolarazon

Es como Zara y Mango, una marca española para el mundo. «¡Hola!» ha sido pionera en muchas iniciativas periodísticas desde que su fundador, Antonio Sánchez Gómez, la creó en Barcelona allá por los años 40 del siglo XX. Entonces dirigía «La Prensa» barcelonesa y la iniciativa surgió de José Antonio Irurozqui, que no acabó creyendo en el proyecto. La cabecera es la que primero obtuvo, ideó y propagó las entrevistas a famosos pasando por taquilla. Pero no sólo ahí tuvo intuición el fallecido Eduardo Sánchez Junco a la hora de competir con colegas como «Semana», «Lecturas» –la del inolvidable Julio Bou, otro grande– o «Diez Minutos». Eduardo también supo «recrear» a personajes populares, a los que reconvirtió en reporteros, algunos sin mucho éxito como la serie de entrevistas realizadas por Isabel Preysler, que lo abandonó tras su chasco con Robert Redford. Porque aunque llevaba cuestionario y hasta respaldo de un auténtico profesional, la metió hasta el codo –hoy arrugadísimo– inquiriendo si el galán pensaba dirigir cine:«Ya voy por mi décima película detrás de la cámara, señora», le replicó el americano sin perder la sonrisa. Pero no todas las experiencias resultaron un fiasco, porque Eduardo intuyó la sagacidad de Neneta Varela, ex cuñada de Paco de Lucía. Fue la primera en tener para «¡Hola!» unas declaraciones de Sarah Ferguson cuando se divorció. Logró exclusiva mundial que también batió precio multimillonario. Patrocinó trabajos similares con Mona Jiménez –nuevamente en Perú– la ex embajadora norteamericana Gaetana Enders, y olió el fruto que podría sacarle Nati Abascal como estilista única. Cuando en los últimos tiempos la portada del BOE del corazón se empobreció con los Janeiro y Belén Esteban, algo varió en el periodismo especializado. Aun así, lo que dice «¡Hola!» va a misa. Es todo un certificado de garantía también en sus franquicias internacionales. Brasil es el último sumado a la lista parece que imparable. Su versión inglesa en la que perdieron un dineral, fue el único error de cálculo parejo al «Hello!» francés. Pero siguió adelante porque nuestra publicación señera, en la que él controlaba puntos y comas, resulta fórmula infalible. Sencillo, comprensivo, generoso con todos, Eduardo tuvo la humildad por divisa. El profesional estuvo a la misma altura que el hombre. Irrepetible.