Miguel Hermoso: «Sólo engaño a los que quieren serlo»

–Es Pascual Duarte, un condenado a muerte que se confiesa. ¿Partidario de la pena de muerte?
–No. Soy partidario de la cadena perpetua revisable.

–En la situación de Pascual, ¿usted confesaría o se quedaría mudo?
–Intentaría que me entendieran, no que me perdonasen. Es lo que hace Pascual: quiere que le comprendan, no que le perdonen.

–Es un personaje mítico de la obra de Cela. ¿Qué tiene de Pascual Duarte?
–La necesidad de hacerme entender.

–¿Qué detesta del personaje?
–Su incapacidad de dar afecto.

–Es un tipo dominado por la violencia. ¿A usted qué le lleva a la violencia?
–Me puede llevar a la violencia otra violencia.

–Una historia de la España negra. ¿Ahora es blanca?
–Ahora está maldita, vea los telediarios. Todo empeora.

–Es Conrado Mendoza en la serie «Bandolera». Un tipo astuto y sin escrúpulos. ¿Como quién de estos tiempos?
–Sería una mezcla de Amedo y Torrente.

–Conrado cree que España se está echando a perder...
–A España le pierde siempre la falta de sentido colectivo, de generosidad.

–En «Yo soy Bea» hacía de un tipo repugnante. Qué bien le sientan los malos.
–Me divierten mucho. Los malos se saltan todas las reglas y eso es divertido: así saco mis ocultos deseos de inmoralidad.

–Su última película: «Ni pies ni cabeza», de Antonio del Real. ¿Qué no tiene ni pies ni cabeza?
–Parece que el euro.

–Ha estudiado música. ¿Nos va a dar el cante de un momento a otro?
–Sólo un toque de corneta para despertar a los ciudadanos. Se lleva mucho la iracunda resignación del español sentado en el sofá.

–Es hijo del director Miguel Hermoso y dice que tiene que ser muy bueno para que no digan que es un enchufado...
–Nunca me lo han dicho a la cara, pero lo he visto en las miradas.

–¿Le cabrea mucho que le digan...?
–Que alguien me diga que le he engañado.

–Es actor, vive del engaño...
–Es un engaño pactado: yo sólo engaño a los que quieren ser engañados.

–Y además, pagando.