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El padre de Chávez

La Razón
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Cuando Baltasar Garzón dedicaba su tiempo a hacer el bien solía venir por casa a almorzar picoteando, en compañía a veces de su víctima el juez Javier Gómez de Liaño o del también magistrado Ventura Pérez Mariño.

Garzón me interrogaba sobre un grupo de tareas organizado por Carlos Andrés Pérez ( CAP en términos de la mercadotecnia electoralista) para asesinar a sus adversarios políticos. Dado el ascendiente del venezolano sobre Felipe González, del que era amigo y mentor, el juez estrellado creía ver una conexión intelectual entre aquel matonismo y los GAL.

Carlos Andrés Pérez fue por décadas el único referente de la socialdemocracia en Iberoamérica, pero dio en un populismo cleptocrático y mientras nacionalizaba el petróleo corrompía las instituciones y las personas, legisladores y jueces, amigos y amantes.

En 1992 se sublevó por primera vez un esquizoide comandante de paracaidistas, Hugo Chávez, cargado de razones. CAP acabó librándose por viejo y porque sólo quisieron enjuiciarlo por un miserable desfalco de 80 millones de euros. Dicen allí que es más fácil que una mujer muera de la próstata que un militar venezolano en combate, pero éste corrupto dejó el país apto para la asonada de un iluminado de uniforme.

Robó a los ricos y a los pobres pero su crimen fue destruir la ilusión socialdemócrata en el subcontinente. La familia no quiere darle tierra en Venezuela; será por miedo a que las masas agradecidas arrojen el cajón al empetrolado lago Maracaibo para celebrar su memoria. Menos mal que siempre nos quedará Lula.