Cataluña

Mas se centra en atacar a España

El líder de CiU se envuelve en la «estelada» en su imagen promocional de campaña

Mas, ayer, en un acto en Viladecans
Mas, ayer, en un acto en Viladecanslarazon

BARCELONA– Cuanto peor imagen se tenga de España desde Cataluña, mejor para la campaña electoral de CiU. Esta simple estrategia es uno de los fundamentos de la campaña electoral de Artur Mas, que ayer se empleó a fondo en retratar a España como un país incumplidor con sus pagos e invasor en sus leyes. Todo ello, por supuesto, sin mencionar la ayuda financiera que el Gobierno está ofreciendo a la Generalitat desde hace meses.

«Nos dicen que no tienen dinero para cumplir sus compromisos con Cataluña pero vemos que, en cambio, sí que lo tienen para invertir en otros lugares», lamentó el candidato de CiU, que sostuvo su acusación en los porcentajes de ejecución presupuestaria en Cataluña respecto a los de la comunidad de Madrid.

Ajeno a las estrecheces económicas que está viviendo todo el país, Mas también censuró que no se dé cumplimiento a la disposición adicional tercera del Estatut, que establece que la inversión del Gobierno en infraestructuras en Cataluña debe equipararse durante siete años a su peso en el PIB nacional (18 por ciento). «Nuestro socio –dijo Mas realizando un símil empresarial para referirse a España– prescinde de la normativa cuando le conviene porque en el año 2013 volverá a incumplir una ley en vigfor pactada con Cataluña como es el Estatut, y no invertirá en infraestructuras lo que tocaba».

Durante el foro de Ediciones Primera Plana, el candidato nacionalista incidió en el desequilibrio que sufren los catalanes por los impuestos que entregan al Estado y el desembolso que el Gobierno realiza en la comunidad. «Resulta que Cataluña sufre un déficit fiscal del 8 por ciento de media, que significa que de cada mil euros que se recaudan de los impuestos que pagan los ciudadanos, 430 euros se van a Madrid y no retornan nunca».

Con toda esta munición, Mas trata de aglutinar al electorado que piensa que los males de Cataluña se solucionarían con menos España, a pesar de que menos España signifique menos Europa. En los últimos días, el candidatro de CiU no ha tenido otro remedio que admitir la realidad y es que los tratados de la UE no dan lugar a la incorporación automática mediante la secesión de un estado miembro. Ayer volvió a hacerlo: «Puedo reconocer la constatación estrictamente legal, pero aquí lo importante no es lo que dicen milimétricamente los tratados, sino qué interpretación política hace la UE de lo que pueda pasar en Cataluña», sostuvo.

Mas se ha empeñado en mantener la confusión en este asunto para no ahuyentar a los electores que no quieren pensar ni un minuto en abandonar la Unión Europea, una certeza que su propio socio, Josep Antoni Duran Lleida, ha ratificado. Pero el candidato de CiU quiso insistir en que no hay por qué dejar la UE y lo hizo con un argumento alegal. «El sentido común nos lleva a pensar que si Europa como proyecto tiene que ampliarse, lo que no hará es reducirse a la primera de cambio», razonó.

Mas y las «estelades»
Si en la última campaña de CiU las «estelades» que algún «valiente» hacía ondear en los mítines se contaban con los dedos de una mano, ayer, durante la presentación, en Viladecans, del lema con el que Mas concurrirá en estas elecciones, las banderas independentistas robaron el protagonismo a las «senyeres». Es más, en la imagen que CiU ha elegido para su campaña, Mas aparece aclamado por un grupo de gente con «estelades» y alguna «senyera».

Como en 2010, CiU vuelve a apostar por una campaña personalista, aunque en esta ocasión en vez de vender al candidato como el máximo valedor del pacto fiscal, erige a Mas como el mesías que conseguirá para Cataluña un estado propio. A través del lema de campaña, Mas hace suyo, tal y como prometió, el clamor de la marcha del 11 de septiembre: «La voluntad de un pueblo».

CiU juega otra vez la carta del sentimentalismo. En 2010, triunfó la frase «amb il·lusió», para convencer de que un cambio de gobierno era lo que Cataluña necesitaba, y ahora se apuesta de nuevo por la ilusión, aunque esta vez, por la independencia.