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El juez ante el juez

La Razón
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La estrategia del juez Garzón ante los siete jueces del Supremo que le juzgan por iniciar una causa para la que no era competente, no podía basarse en argumentos jurídicos, sino puramente ideológicos. Garzón intenta quedar impune usando las mismas justificaciones con las que se ganó a su público: «El franquismo merece una condena judicial basada en lo ideológico al margen de que yo tenga competencia para dictarla», o, dicho de otra manera, «legalmente no tengo la razón, pero sí moralmente». Y el resultado de ese proceso debe ser otro que el planteamiento que lo ha desatado. Debe ser ante todo un fallo no ideológico, sino judicial. Si el Supremo cediera ante la ideología, estaríamos perdidos. No estaríamos en un Estado de Derecho, sino en un Estado de ideas. Garzón apela a Hitler, a Núremberg, como si no acabara de entender que nuestra democracia tiene la misma legitimidad y el mismo rango legal que la Justicia alemana que juzgó a los nazis. Garzón no entiende o no quiere entender (lo cual le invalida como juez) que negar la Ley de Amnistía del 77 es negar Núremberg porque lo importante en una y en otro es la legitimidad democrática que los inspiró.