Rumanía
Gabriel murió el día de su desaparición
El niño de Vicálvaro murió de parada cardiorrespiratoria hace trece días según los preliminares de su autopsia. El juez no ha autorizado aún la repatriación del cadáver a Rumanía, donde la familia desea enterrarlo
Madrid- Es muy pronto para decir que Gabriel murió de forma natural. Una parada cardiorrespiratoria en un niño de 12 años no es fácil de explicar y en ello siguen los expertos del Anatómico Forense y el Instituto de Toxicología. Aún hay muchas pruebas por hacer y la única certeza que pudieron arrojar ayer los forenses fue que Gabriel Vidrascu llevaba muerto desde el día de su desaparición, el pasado 24 de septiembre. Aunque el cuerpo no presentaba signos de violencia externa, fuentes judiciales aseguran que este extremo no es descartable, ya que el avanzado estado de descomposición del cadáver puede haber borrado posibles marcas a simple vista. No obstante, la causa última de la muerte del menor fue una parada cardiorrespiratoria, según confirmaron desde el instituto de medicina legal a la familia y el abogado de la familia Vidrascu, José Carlos Bermúdez, tras redactar el informe preliminar de la autopsia.
Aunque la investigación sigue su curso, fuentes cercanas al caso sospechan, a falta de que el informe definitivo de la autopsia aclare las circunstancias del fallecimiento, consideran que la muerte del pequeño podría responder a un simple y fatal accidente. Sin embargo, hay muchas incógnitas que aún rodean el caso. ¿Qué hacía una tabla de surf flotando en la laguna justo al lado del cadáver de Gabriel? La familia Vidrascu asegura que él no tenía ninguna, pero también cabría la posibilidad de que el chaval hubiera ido andando hasta la laguna, un lugar frecuentado por los jóvenes más «traviesos» del barrio, y allí al ver la tabla abandonada hubiera querido bajar hasta el agua. La pronunciada pendiente de más de 20 metros de altura podría estar detrás del accidente y posterior caída al agua que algunos barajan. Sin embargo, la familia lo tiene claro: «Gabriel no murió a causa de ningún accidente», aseveró ayer la portavoz de la familia y prima del menor fallecido, Micaela.
Ayer, igual que el jueves, la madre del chico –Mirabela, de 29 años– permanecía en el domicilio familiar de Vicálvaro, en la calle Villablanca, asimilando la noticia y pegada al teléfono móvil para conocer, de boca de su marido, si los forenses arrojaban ayer algo de luz a la extraña desaparición y muerte de su hijo mayor –Gabriel tenía una hermana de 10 años y otro más pequeño de 6 años–. Ginel Vidrascu, padre del menor, recalcó ayer que los forenses sólo les habían dicho que su hijo murió de parada cardiorrespiratoria pero que todavía desconocen las causas del fallecimiento y que se encuentran a la espera de que el juez «autorice la puesta a disposición del cadáver» de Gabriel. Fuentes cercanas al caso estiman que puede tardar alrededor de una semana. Por su parte, el abogado de los Vidrascu explicó que, dado que se ha decretado secreto de sumario, la familia no sabrá más detalles de la investigación hasta que conozcan el informe final. «Hasta que no sepamos cómo murió, no nos podemos llevar el cuerpo», aseguró a las puertas del Instituto Anatómico Forense el padre de Gabriel, que informó a través del teléfono móvil a su mujer las noticias que les daban los forenses.
La familia de Gabriel, que la noche del jueves recibió de nuevo la visita de los servicios psicológicos del Samur en su domicilio, sigue con la idea de que el menor no murió de forma accidental. Según Micaela, que está haciendo las labores de portavoz, el cuerpo de su primo fue cubierto con la tabla de surf para que no se viera el cadáver desde la superficie de la laguna. «Si fuera un accidente, el cuerpo estaría flotando y no cubierto, porque lo han cubierto para que no flotara», señaló, apuntando que la tabla no se encontraba en el agua de forma casual.
La zona, de complicado acceso, se encuentra entre la M-40 y la R-3, muy cerca del parque de la Vicalvarada, donde supuestamente bajó a jugar el niño el día de su desaparición. Se trata de una zona de minas de sepiolita abandonadas donde se han formado balsas de agua de forma natural y donde, según confirman en el barrio, los chavales de la edad de Gabriel acuden «a escondidas» de forma ocasional. Sobre todo en verano, donde incluso algunos críos se llegan a bañar en el agua de las lagunas.
Altar improvisado en su memoria
El número 6 de la calle Villablanca se ha convertido en lugar de peregrinaje no sólo para los vecinos de Vicálvaro y para la comunidad rumana en Madrid, sino también para muchos vecinos de otros puntos de la capital que han querido mostrar su solidaridad con la familia Vidrascu. Desde primera hora de la mañana de ayer, la acera pegada al piso bajo donde vive la familia castigada estos días por el drama de perder a un niño de 12 años en extrañas circunstancias se convirtió en un improvisado altar donde quienes quisieron mostrar su afecto a esos padres marcados por la tragedia llevaron velas, flores y hasta alguna nota de ánimo. Pero Mirabela y Ginel, los padres del pequeño, necesitarán ahora mucho más aliento para seguir adelante. Quizá sus dos hijos de 10 y seis años, los hermanos pequeños de Gabriel, les den esas fuerzas que ahora tanto necesitan.
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