El «aquelarre» etarra

Vencedores y vencidos

La Razón
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El discurso oficial del candidato Rubalcaba y del PSOE mantiene que ETA se encuentra en una fase agónica y que el desenlace está próximo. Pero esa versión no se sustenta en hechos. Al contrario, la realidad de los últimos meses está marcada por un acelerado proceso en el que el entramado de la banda terrorista ha copado las mayores cotas de protagonismo de su historia reciente y un poder institucional nunca antes conocido. Por tanto, un escenario en el que los proetarras se sienten cómodos y satisfechos y las víctimas se declaran defraudadas y descorazonadas no debe ser tolerado ni celebrado por los demócratas.

La estrategia de ETA funciona con eficacia implacable, con sus movimientos tácticos que no comprometen ni la entrega de las armas ni la disolución, y es favorecida por el nacionalismo colaborador y por una parte de ese socialismo preso de urgencias electorales y complejos atávicos. Después de Bildu y de los guiños penitenciarios, camino de la legalización de Sortu y de lograr grupo parlamentario en el Congreso, la banda ha avanzado hacia la denominada «internacionalización del conflicto», una vieja aspiración que persigue deformar la naturaleza del terrorismo nacionalista vasco y dotarlo de legitimidad y representatividad. Ese cónclave de la claudicación cocinado por personas de su entorno que tendrá lugar mañana, y que servirá de altavoz del programa de ETA, supone otro paso en la consolidación de un marco propicio a la banda y contrario a la democracia. Por eso, es un gravísimo error que el Gobierno y el PSOE, lejos de mantenerse al margen y descalificar la farsa, la hayan favorecido con su presencia y su discurso.

Si existe un termómetro adecuado para calibrar el momento de la lucha antiterrorista, ése es el estado de ánimo de las víctimas. Y no puede ser más concluyente, visto el grado de desazón e indignación de un colectivo que se siente abandonado y en parte engañado por la izquierda. Aunque es cierto que en estas dos legislaturas existieron avances en el reconocimiento y atención a las víctimas, no lo es menos que los bandazos del PSOE en materia antiterrorista generaron justa desconfianza y desapego en unas personas que no encontraron en el Gobierno y en destacados representantes socialistas la cercanía y la comprensión necesarias. «Las razones del cambio» dedica hoy un pormenorizado análisis a la realidad de las víctimas, a la lucha contra ETA y a un futuro complejo que requerirá una atención política y legislativa correctora por parte del nuevo Ejecutivo. Una actuación, en suma, dirigida sobre principios clave como la derrota de ETA, un final con vencedores y vencidos sin concesiones a la banda y la aplicación estricta de la Ley hasta que todos y cada uno de los etarras paguen por sus crímenes. La dignidad del Estado de Derecho obliga a no apartarse de ese sendero.

La democracia tiene una deuda impagable con esas miles de personas que dieron lo más preciado de su existencia por la libertad y la seguridad de sus conciudadanos. Durante años vivieron olvidados y no podemos consentir que su papel sea de nuevo marginal. Las víctimas constituyen un reducto de compromiso, conciencia y memoria democráticas al que la clase política y los ciudadanos debemos escuchar y atender.