Fotografía
Otra forma de hacer contactos
Además de desconectar, los «afterworkers» suman relaciones laborales
La idea de quedar a «tomar unas cañas» no es un invento nuevo, es una costumbre muy arraigada en la sociedad madrileña y española pero que difiere un poco de los hábitos del resto de Europa. Allí todo comienza antes: se come a mediodía y los bares nocturnos no sirven más allá de la una de la madrugada. Sin embargo, la actitud es la misma. Fernando Peire dirige The Club at the Ivy, uno de los locales más selectos de la «city» londinense, que recuerda a los antiguos clubes exclusivos de caballeros: «En mi local, antes no se permitían hacer negocios, pero ahora somos más flexibles porque no podemos evitar el "networking''», añade. Sabine e Isabel no superan la cuarentena y también han optado por la plaza de Santa Ana para desconectar. Sabine es francesa y le gusta esta costumbre de tomar algo tras el trabajo porque se siente más arropada. Eso sí, las dos mujeres tienen muy claro cuándo finaliza su jornada laboral y los límites que le ponen a éste: «Aquí jamás vendría con mi jefe. Me cohibiría mucho más», explican.
En una «quedada poslaboral» como las que se están poniendo de moda en Madrid, lo importante es hablar un poco de todo. «Las conversaciones comienzan en torno al trabajo, pero pronto derivan en temas más personales», explica Iván. Él se encarga de las convocatorias y busca que los asistentes pasen un buen rato con todo tipo de divertimentos. Trabaja para un perfil muy claro: hombre de clase social media-alta, que supera la treintena y, sobre todo, urbanita. Pero, detrás de este perfil, se esconde un 45 por ciento de mujeres. Mónica y Vanesa, por ejemplo, ven en los «afterwork» «la mejor forma de conocer a gente, de crear una buena red de contactos», explican mientras le piden al camarero otro par de cervezas.
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