España

Falangismo progre

La Razón
La RazónLa Razón

Alguien ha llamado a Alfonso Ussía «falangista» porque es de derechas. Alfonso ya ha respondido en nuestras páginas con demoledora elegancia. Pero hay una dimensión política adicional del asunto que conviene subrayar: el falangismo, como las variantes del fascismo, no es particularmente conservador ni de derechas. En cambio, los fascistas compartieron gran parte de su credo con los socialistas, desde la reforma agraria y la educación pública hasta la Seguridad Social, desde el salario mínimo hasta la redistribución de la renta, desde los absurdos derechos de los animales hasta las campañas histéricas contra el tabaco y a favor de una alimentación sana. En economía, la socialdemocracia confluye con Falange en la búsqueda de un punto intermedio entre el mercado y el Estado. Es curioso que la izquierda se declare en las antípodas de los nazis cuando tienen tantas cosas en común, empezando por el rechazo a los judíos. Socialistas y fascistas están muy unidos en contra del liberalismo, eso sí. Es un enemigo común que explica el trasiego que ha habido entre progres y fachas, lo que es patente en España. Sin ese trasiego, y dado que la oposición no liberal al franquismo fue comunista y no socialista, aquí simplemente no se explica de dónde salieron tantos progres, como los que nos han dado siempre lecciones de progresismo desde el diario «El País», sin ir más lejos y, seamos elegantes también, sin dar nombres.