Italia
La literatura sana
Gramellini, líder de ventas en Italia con «Me deseó felices sueños»«Me deseó felices sueños»Massimo GramelliniDestino. 205 páginas, 16,50 euros.
Decía Italo Calvino que «todos tenemos una herida secreta a punto de ser rescatada» y alrededor de esa idea pivota este libro que según el autor «ha crecido dentro de él durante cuarenta años». Sí. Estamos ante las páginas autobiográficas de quien rechaza y se niega la muerte de su madre hasta abocarle al asilo de la fantasía. Un niño –que no es otro que el autor–, se despierta el día de fin de año. Al acudir al salón, se encuentra a su padre rodeado de dos personas pero su madre no está. En ese instante, amén de perder al ser que más quiere, extravía su inocencia haciendo preguntas que un niño jamás debería plantearse. Comenzará, entonces, en su entorno una campaña de mentiras piadosas para no hacer sufrir al pequeño que se prolongarán hasta que cumpla cuatro décadas.
Por los meandros de esta suave novela irá transcurriendo la vida de un niño que se encierra en su soledad, crecerá bajo la sobra de la madre perdida y sólo puede en –«El Toro» y las disputas con los aficionados de la Juve...–. En el correr del tiempo, su comportamiento con las mujeres y su persecución de la figura materna serán uno de los alicientes que aliñen esta autobiografía, basada en el engaño y la negación de la verdad.
El poder de la empatía
¿Qué hace de esta novela, un acontecimiento que ha sintonizado con más de 600.000 personas?: La empatía. Quien no haya perdido a un ser querido que arroje la primera piedra. De ello se sirve Gramellini para implicarnos en sus páginas. La lástima es que hay que darle varios capítulos de oportunidad en el arranque para no abandonar su lectura. Otro fallo táctico es que el autor peca de ser demasiado él, cuando se produce la transición de niño a adulto hasta el punto de perder al lector, pues muestra la debilidad de hablar demasiado de sí mismo, perdiendo al personaje que ha creado.
El problema de la revisión de un libro autobiográfico es el temor a que la crítica termine siendo una intrusa en el terreno personal, pero Gramellini se ha expuesto demasiado con esta crónica de lágrimas y nostalgia, cuya línea argumental se desvela conectando la línea de puntos para vislumbrar el puerto final. En su descargo, logra contarnos una historia privada –y privadamente–, como a título individual, con cada uno de sus lectores, como una confidencia íntima...
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