Francia

El embajador francés galanteó con Tita Cervera por Jesús MARIÑAS

La baronesa Thyssen y Delaye en la fiesta de Dior en Madrid
La baronesa Thyssen y Delaye en la fiesta de Dior en Madridlarazon

Era necesario el toque de sofisticación que se consiguió la pasada noche de lunes en la fiesta que Dior organizó en el antiguo Palacio de Correos, reconvertido en el Ayuntamiento de Madrid por Alberto Ruiz-Gallardón. El glamour y el estilo, que hasta ahora nunca se habían visto en el edificio, brilló gracias al buen hacer de Ramiro Jofre y, además, sirvió para aumentar la curiosidad de los setecientos invitados a tan esperada cita. Gaelle Collet, entregada a su trabajo con la firma, logró el milagro de solucionar los retrasos y las imposiciones de la empresa Dior, reivindicando ser una adelantada del chic francés. Jofre se trasmutó en el actual Lenôtre al transformar un espacio tan frío y acementado en un jardín versallesco. Por su parte, el todopoderoso Sidney Toledano, prohombre de las multimarcas de Bernard Arnault, se acomodó en un banco de tijera de la época de Luis XV y compartió el fiestón con Eugenia Silva, cada vez más imponente, y Laura Ponte, la más estilosa de nuestras modelos.

Ceñida en un vestido negro, Eugenia derrochó simpatía junto al temido Toledano, que ha destronado al mismísimo Galliano, responsable de resucitar el esplendor de Dior. Sus desfiles eran imponentes y así lo recordó Jesús María Montes, repuesto en TVE por su saber estético. Pero, ¿es Toledano tan ogro como lo pintan?, se preguntaba todo el mundo durante la velada. Lo que está claro es que, acaso como despedida al gibraltareño, se hizo responsable del mejor y más espectacular activo de la marca. Lo observó todo con ojo crítico y no perdió detalle; además, tomó una posición privilegiada con unos invitados inexplicables: unió a Jaime de Marichalar, empleado de los franceses, con Marisa de Borbón, quien alardeaba de la próxima maternidad de su hija Alejandra, que también hará abuelos de mellizos a Pilar y Alfonso Ussía. Sin embargo, su primogénito, Alfonso de Borbón, aún no tiene ansias paternales, ni siquiera casaderas. Bien lo sabe Javier Hidalgo, siempre cual caballero de la Triste Figura, un poco sombrío, como El Greco.

Asombró Cecilia Sarasola con un vetusto traje de marca con encaje negro y lanilla gris perla, y Carmen Lomana censuró no haber sido invitada a la cena y compartir mesa con personas tan dispares como Pascua Ortega y Boris Izaguirre, que a veces hiere sensibilidades cuando se viste un traje negro con deportivas de suela blanca. Por su parte, Tita Cervera deslumbró más por su gargantilla de perlones negros de Tahití que emparejándose por una noche con el embajador de Francia, Bruno Delaye, tan galante. Bien lo sabe y lo proclama Lola Alcaraz, su mejor colaboradora en la animada embajada de Serrano, siempre de puertas abiertas.