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Fiebre en el mercado del arte

Fiebre en el mercado del arte
Fiebre en el mercado del artelarazon

Las casas especializadas son capaces de estimar al céntimo el valor de una pieza. Pueden equivocarse, pero si todas las piezas a subasta superan con creces el techo fijado, algo está pasando. Sotheby's vivió una de esas noches frenéticas, con la sala abarrotada de testaferros enredados en pujas frenéticas que no se detienen. Ni siquiera cuando «Painting-Poem», un lienzo de Joan Miró, ya había superado en 8 millones de euros el récord absoluto de una obra del pintor: terminó adjudicándose por 20,2. Pero más llamativa resultó la historia del «Ricycling Figue: Festival» de Henry Moore, que dejó perpleja a la concurrencia, al pagarse por ella 22,8 millones de euros tras una escena digna de una partida de póker. Un «ligero» incremento sobre los 6,6 en que la pieza estaba tasada de inicio. A comienzos de semana, el Gobierno catarí estableció un récord mundial absoluto al adquirir un Cèzanne por 192 millones de euros.

Aunque lo cierto es que la noche en Christie's era especial: se ponían a la venta tres magníficos lotes con obras que habían pertenecido a la colección privada de Elisabeth Taylor, fallecida el año pasado. La –mucha– prisa con que sus herederos han sacado a subasta las obras se explica por la gran demanda de piezas en un contexto de crisis económica en el que la Bolsa está tan de capa caída como las propiedades inmobiliarias, dos opciones de menor rentabilidad a corto plazo y de mayores riesgos. El mercado está «hambriento», dijo una portavoz de la casa de subastas.

Más récords
En la colección Taylor había muchas joyas, como «Vue de l'Asile de la Chapelle de Saint-Remy», de Vincent Van Gogh, que se vendió por 12,16 millones de euros, otro de los atractivos de la noche, pues superó en más de tres millones el precio máximo estimado. También se registró el segundo precio más alto nunca pagado por una obra de Paul Signac: «La Corne d'Or, Constantinople» fue vendida por 10,5 millones de euros. «Le livre» de Juan Gris alcanzó los 22 millones, el cuarto en su escala particular de cotización. No hay prima de riesgo para el arte moderno e impresionista. El secretismo alrededor a los compradores también favorece que aflore el dinero de dudosa procedencia.

China arrasa
Que el mercado del arte está en alza no es una percepción aleatoria hecha de retazos: según la publicación «Artprice», la facturación en subastas creció un 21 por ciento en 2011, hasta los 11.600 millones de dólares. 4.790 millones salen de China, por delante de Estados Unidos (2.720), Reino Unido (2.240), Francia (521) y Alemania (213). Los datos, según la publicación, atestiguan una «nueva bipolaridad en el mercado del arte» entre Occidente y Asia. Claro que el paladar oriental para el arte también aconseja matizar las cifras: el artista y calígrafo chino Qi Baishi (1863-1957) se convirtió en el creador más cotizado de 2011, después de que el pasado año se adjudicase en Pekín una de sus obras por 57,2 millones de dólares, informa Efe. Pero no fue el único que batió su récord. También lo lograron los estadounidenses Clyfford Still (55 millones frente a los 19 millones anteriores) y Roy Lichtenstein (38,5 millones frente a 38), el austríaco Egon Schiele (35 millones frente a 20) y Salvador Dalí (19 millones frente a 5), quienes vivieron su particular inflación.

 

El collar era auténtico
Las tasaciones de obras suelen ser atinadas, pero los patinazos cuestan caros. Eso le ocurrió a un barón inglés, que demandará a la casa Sotheby's por asegurarle que el collar de oro que pretendía vender era una réplica de una joya de la época Tudor y no el original. Lord Coleridge vendió la pieza en 2006 por 55.704 dólares, y dos años después, el comprador subastó la joya en Christie's como auténtica («una obra de arte y una extraña reliquia», la definían) fue adjudicado por 477.630 dólares, informa la BBC.