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El polvorín de la integración
La convivencia en el barrio barcelonés del Besòs, al límite después de que un gitano matara a un senegalés
«El barrio está peor que cuando El Vaquilla». Así de crudo define un vecino el ambiente que se respira y se vive actualmente en el barrio barcelonés del Besòs. Quiere preservar su anonimato, su madre reside en el mismo edificio que la familia gitana que se enfrentó anteayer por la tarde a un grupo de senegaleses y dio muerte a uno de los jóvenes. Ni siquiera la presencia de los Mossos d'Esquadra pudo contener ayer la rabia del colectivo africano y devolver cierta calma a una de las zonas más conflictivas y mestizas de la Ciudad Condal.
Ibrahim, de 31 años y origen senegalés, trató de mediar en una pelea entre sus amigos y una familia gitana pero su buena fe acabó con su vida. Un partido de fútbol improvisado en una calle peatonal despertó, supuestamente, la ira del patriarca gitano. El hombre se encaró con los jugadores y tres de sus hijos salieron en su defensa. Al parecer, fue uno de éstos el que mató de un disparo a Ibrahim, según relataron vecinos y testigos. Pocas horas después, la Policía Autonómica ya había logrado detener a cuatro personas relacionadas con el asesinato, entre ellas el presunto autor del crimen. Todas, pertenecientes a una misma familia, acumulan más de 60 antecedentes por tráfico de drogas y robo con violencia, informaron los Mossos d'Esquadra. Pero la actuación policial no fue suficiente para los amigos del joven muerto, que se concentraron durante toda la mañana en el lugar de los hechos, en la calle Palermo, para reclamar justicia. Por la tarde, un centenar de africanos y vecinos realizaron por el barrio una marcha en señal de protesta portando fotos de la víctima.
Tanto el consejero de Interior de Cataluña, Felip Puig, como las asociaciones barceloneses de gitanos y senegaleses negaron que el triste hecho tuviese tintes racistas, pero las consignas en contra de un colectivo y otro no fueron una excepción. «Se veía venir», asegura un vecino. En el Besòs, ubicado en el norte de la capital catalana, conviven a duras penas gitanos, senegaleses, paquistaníes, rumanos y latinoamericanos, entre otras nacionalidades y etnias. De hecho, el barrio linda con una de las zonas más peligrosas de la ciudad, La Mina. La organización en 2004 del Fórum de las Culturas abrió la puerta a la reurbanización y dignificación de esta parte de Barcelona, pero el proyecto no ha llegado a cuajar y los problemas de convivencia persisten.
Fuego e insultos
Dionisia, vecina de la calle Palermo, saluda a un joven senegalés. La mujer lleva viviendo en barrio toda su vida y, aunque asegura que todos sus vecinos de muy diferentes orígenes son agradables y tranquilos, cierra cada noche la puerta blindada de su casa con llave y bloquea el pomo con el carrito de la compra. «Los senegalés son los más nobles», apunta otro vecino y explica, «se dedican al ‘‘topmanta''. Van con sus bolsas de aquí para allí pero no dan problemas». «Son los otros, que trapichean con todo», asegura aludiendo a los gitanos.
«Queremos que todos sepan lo que pasa, cómo vivimos», grita un africano. «Queremos justicia», añade. «No somos mercancía, somos seres humanos», profiere otro senegalés. Tras los gritos vuelve la calma. La escena se repite una y otra vez, alentada por la presencia de los medios de comunicación. Varias patrullas de los Mossos d'Esquadra, junto a dos furgones antidisturbios, observaban la situación preparadas para actuar. La noche del martes un grupo de senegaleses protagonizó graves altercados al intentar acceder a la vivienda de la familia gitana. La Policía autonómica tuvo que cargar contra ellos para dispersarlos y devolver cierta tranquilidad al barrio.
Pese a la presencia de los agentes, la tensión repunta por momentos hasta que uno de los senegaleses consigue colarse hasta la entrada de la vivienda de los detenidos y prenderle fuego. La intervención de los Bomberos de la Generalitat evitó que se tuvieran que lamentar graves daños. La Policía volvió a acordonar la zona.
A unos 20 metros, un grupo de gitanos insulta insistentemente a los senegaleses. «¡Decid la verdad, que están intentando quemar la casa de mi cuñado!», insta un hombre con desesperación. «Cada uno que pague por lo que es responsable», apunta otro, «pero que la Policía haga algo». «Como sigan así, la vamos a liar bien liada», amenaza el primero, «pero explicadlo todo, porque sólo saben decir que los gitanos son los culpables».
Gitanos y senegaleses tratan de aplacar la tensión en la calle
Las asociaciones gitanas y senegalesas han convocado para hoy un encuentro con los medios de comunicación con el objetivo de lanzar un mensaje tranquilizador a la sociedad y, en especial, a los colectivos senegaleses y gitanos. A pesar de que el consejero de Interior catalán, Felip Puig, definió el crimen de «hecho puntual», la tensión en las calles del barrio del Besòs ha ido en aumento en las últimas horas. Mediadores y Policía trabajan desde hace dos días para tratar de evitar que el conflicto vaya a más y se desate un ola de violencia entre etnias.
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