Dublín

Zapico un galardón vía James Joyce

Una página de «Dublinés», de Alfonso Zapico
Una página de «Dublinés», de Alfonso Zapicolarazon

Hay una forma de narrar en la que obra y canal se mezclan, que entiende el contenido como continente y viceversa, desdibujadas las barreras. Allá por 2009, un joven asturiano, cuyo nombre ya empezaba a sonar en los círculos del cómic, emprendió un viaje a las tierras del «Bloomsday» en busca de la identidad de un mito literario, James Joyce. Tras vivir Dublín y respirar París, después de pasar por Trieste y Zúrich, Zapico, que tenía ya un álbum, «La guerre du professeur Bertenev», y un notable cómic publicado en España en 2008, «Café Budapest» (Editorial Astiberri), presentó en 2011 «Dublinés» (de nuevo en Astiberri), una novela gráfica que para nada parece una tercera obra por su amplitud de miras, su temática y su estilo ágil y contagioso, por cuyas páginas aparece un quién es quién cultural y político de principios de siglo: Yeats, Beckett, Sylvia Beach, Lenin, Michael Collins, Jung y Woolf...

 Un año después, el jurado del Premio Nacional de Cómic ha venido a reconocer a este talento emergente en su edición de 2012, fallada ayer. Sorprendido por un galardón que no esperaba, Zapico contó desde Francia que le ha pillado «totalmente descolocado», ya que se le acaba la beca con la que desde 2009 tiene una residencia artística en la Maison des Auteurs de Angulema. Le vendrán bien los 20.000 euros con que está dotado el premio, aunque sobre su futuro asegura que «antes de que me dieran este galardón tenía que replanificar mi vida. Sabía que no podía volver a Asturias. Intentaría seguir trabajando en Francia. Ahora, con este reconocimiento, uno acaba de perderse del todo».

Zapico comenzó a idear «Dublinés» en 2009. «He aprendido mucho sobre Joyce –explica–, pero lo principal es que, para acercarse a él, hay que no tomárselo en serio». Y eso implica que, «entre tanto vocabulario, tanto juego de palabras, tanto darle vueltas a la lengua y la escritura, pasa desapercibido el verdadero sentido de Joyce: una especie de significación de la vida».

Contenido y continente, comenzaba este artículo. Y es que, como en la obra de Joe Sacco, de Lewis Trondheim o de Guy Delisle, por citar tres posibles influencias –si no estilísticas, sí conceptuales– de Zapico, el propio autor y dibujante se convierte en objeto de la narración, contando cómo se interesa por la obra de Joyce. Así, el círculo se cierra en la obra del asturiano con un cuaderno de viaje, «La ruta Joyce» (Astiberri, 2011), un formato a medio camino entre el cómic, el «making of» y la agenda personal que nació a la par que «Dublinés», pues Zapico concibió el proyecto como una doble apuesta desde el principio. Y recuerda: «Es muy experimental. "Dublinés"ya era un experimento raro. Pero "La ruta Joyce"lo es más: un cuaderno de viaje que nació como idea. Yo iba dibujando todos los lugares, aproveché todo lo que tenía a pie de campo».

 

Las revueltas asturianas, en papel
Nacido en Blimea (Asturias) en 1981, Alfonso Zapico (izda.) estudió Artes Plásticas y Diseño en la Escuela de Arte de Oviedo. Además de publicar varias novelas gráficas, colabora como ilustrador en los diarios «La Nueva España», «Cuenca del Nalón» y «Les Noticies». En la actualidad, trabaja en un cómic sobre las revueltas en las zonas mineras asturianas en 1914. «Empecé hace tiempo. Intenté hacercarme a Asturias a través de los dibujos, volver a la historia de la región antes de la Guerra Civil, que es muy interesante y se conoce poco. Es una especie de análisis de aquella sociedad».