Salud
Avances en diabetes
La diabetes es una enfermedad cada vez más prevalente en todo el mundo. En España, el 14 por ciento de la población mayor de 18 años padece esta patología, es decir, cerca de cinco millones de personas, de los que el seis por ciento aún lo desconoce. Teniendo en cuenta estas cifras, nuestras preocupaciones en la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE) son, por un lado, la baja adherencia al tratamiento (en torno al 45 por ciento) y, por otro, la dificultad de los equipos sanitarios para detectar la enfermedad en una etapa temprana. Y lo son porque, a pesar de las mejoras logradas en los últimos tiempos, esta realidad sigue impidiendo que todo avance alcance una mayor efectividad en lo que debe ser su último objetivo: mejorar la calidad de vida de los pacientes. De hecho, si se consiguiera revertir estas situaciones, se reducirían múltiples dolencias asociadas a la diabetes, tanto crónicas como agudas; mucho sufrimiento personal, y un importante ahorro en fármacos y hospitalizaciones.
Si miramos hacia el futuro, se puede afirmar que, afortunadamente, cada día aparecen nuevos medicamentos y métodos de control que facilitan llevar una vida plena y normalizada, aunque éstos no siempre están a disposición de los pacientes potencialmente beneficiarios de los mismos, como, por ejemplo, la insulinización antes de que se agote la capacidad productora del páncreas o las bombas de infusión continua de insulina. También estamos expectantes, pero ilusionados, viendo cómo avanzan y se desarrollan las nuevas tecnologías, que seguro aportarán no sólo beneficio y seguridad al paciente, sino un control en tiempo real las 24 horas del día por los profesionales sanitarios, evitando hospitalizaciones y consultas físicas innecesarias; y reduciendo listas de espera, complicaciones crónicas y agudas, y gasto sanitario, algo tan importante en estos años tan complicados para todos.
Pero para conseguir sacar el mayor partido a todo esto, cuando sean una realidad hay que seguir invirtiendo tanto en formación reglada para los profesionales de la salud que nos tratan, como en formación terapéutica continuada para los pacientes. Es algo fundamental para los primeros, porque sin ella queda a criterio personal las decisiones y actuaciones, y para los segundos, porque les proporciona la capacidad y las herramientas para autogestionar adecuadamente su diabetes.
Por último, no quisiera ni debo omitir el gran esfuerzo que se está haciendo en investigación en diabetes, tanto a nivel público como privado, en España, y animar y apoyar a esos investigadores a que continúen con su esfuerzo para que, un día más pronto que tarde, podamos hablar de la diabetes como una enfermedad aguda.
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