Baloncesto
Diez años
Cuando se quemó el Palacio en junio de 2001 fue como si desaparecieran de un plumazo diez años de mi carrera. Volver a verlo en pie y acogiendo partidos de la Liga Endesa es fantástico. Tiene distinta piel, pero el mismo espíritu del siglo XX. Muchos partidos, infinidad de entrenamientos, cancha compartida a horarios cambiantes y el sonido del balón botando que nunca se apagaba. La Copa y el Eurobasket de 2007 hicieron que, puntualmente, volviera a haber vida por sus pasillos, pero este año ha vuelto a respirar. Ya ha empezado el ir y venir de madridistas y estudiantiles. Es un no parar de partidos de Liga, de la de aquí o de la europea; de los de blanco o de los del instituto, pero siempre basket del más alto nivel.
Todos los recuerdos han vuelto, porque, aún siendo una instalación distinta, conserva en su fundamento la base del antiguo Palacio. Aquel semicírculo en la grada que apenas se veía cuando con el «Estu» jugamos el partido de cuartos de la Liga europea contra el Maccabi y que nos clasificó para la «Final Four» de Estambul; o cuando jugamos con el Madrid la final de la ACB contra el Barça. Son dos recuerdos sacados entre mil. Fueron diez años de entrenamientos diarios, de dos partidos semanales, de dos equipos rivales, pero amigos, que compartían cancha y luchaban por ser los mejores, exactamente igual que ahora.
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