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Regresa la ciudad racionalista
BARCELONA– La idea, aunque sencilla, era del todo revolucionaria: devolver la dignidad a las viviendas para obreros y gente necesitada con diseños cuidados, prácticos y llenos de hermosa simplicidad. A principios de los años treinta, un grupo de tenaces arquitectos reunidos bajo las siglas Gatcpac (Grup d'Arquitectes i Tècnics Catalans per al Progrés de L'Arquitectura Contemporània) hicieron realidad este ideal con el diseño de la llamada Casa Bloc, una finca en el paseo Torres i Bages de Sant Andreu, obra cumbre de la llamada arquitectura racionalista y que ahora puede visitarse tal y como fue pensada en su día.
Pieza a pieza
El Institut Català del Sòl (Incasòl) y el Institut de Cultura de Barcelona (Icub), a través del Disseny Hub Barcelona (Dhub), han hecho posible la rehabilitazión del espacio, un piso de 80 metros cuadrados de dos plantas y una pequeña terraza, que conserva copias exactas del mobiliario de la época, las mismas baldosas utilizadas entonces e incluso los mismos colores de la pintura y los diferetes elementos del piso. El resultado es una casa de aspecto austero, pero de un aprovechamiento del espacio prácticamente milagroso, con un gusto vehemente por el lema «menos es más». «El concepto de arquitectos que pensaban más en la dignidad de la gente que en sus propios egos es una realidad muy moderna para la época», aseguró ayer Lluís Recoder, conseller de Territorio y Sostenibilidad, quien visitó el piso acompañado por el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, y el teniente de alcalde de Cultura, Jaume Ciurana.
Las obras han costado 35.000 euros y han supuesto dos años de intenso trabajo, tanto de rehabilitación del espacio, como de documentación y un nuevo planteamiento museográfico. El piso cuenta con un pequeño lavadero, una cocina, un salón con terraza, y dos dormitorios en la planta de arriba, a la que se llega con una escalera curva. «Es un diseño que rompe con la arquitectura que se hacía entonces y que resultó del todo revolucionaria. Marcó un antes y un después en la ciudad», señaló Trías.
La primera piedra del edificio la colocó el 12 de marzo de 1933 Francesc Macià, entonces president de la Generalitat. Durante siete años, hasta 1939, se levantó un edificio, que sin embargo quedó sin acabar tras el final de la Guerra Civil y la victoria franquista. En los años cuarenta se recuperó el proyecto y se terminaron sus últimos detalles, aunque en esta ocasión los pisos se reservaron a los militares y no se acabaron los apartamentos tal y como había ideado el Gatcpac. Ochenta años después, por fin se podrá ver el acabado final tal y como lo pensaron sus arquitectos, que incluían nombres como Josep Lluís Sert, Josep Torres Clavé o Joan Baptista Subirana. Quien quiera verlo tendrá que hacer una reserva previa al Dhub, que organiza las visitas guiadas.
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