Antonio Hernando

ANÁLISIS: Rubalcaba agitará la conciencia de la izquierda para polarizar el voto por Esther L Palomera

La Razón
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Valencia- La cita más esperada de la campaña. Rajoy-Rubalcaba, cara a cara en un estudio de televisión fabricado para la ocasión. 90 minutos distribuidos en tres bloques (economía y empleo, políticas sociales y un tercero sin guión previo). El del PP abrirá; el del PSOE, cerrará. La altura de la mesa, las sillas, el número y la posición de las cámaras… Todo está atado y bien atado por más que la organización (la Academia de Televisión) y los partidos digan que este debate será más flexible que los de 2008. Se la juegan a una carta porque no habrá segunda vuelta. Y aunque en el PSOE dicen que esta cita no producirá un trasvase de voto, sí puede servir para animar a los indecisos a salir de la abstención o remover la conciencia de quienes se plantean castigar a los socialistas y apostar por otra opción de izquierdas. Es tanta la relevancia que se otorga al cara a cara que aunque Rubalcaba empezó a trabajar en él desde el 31 de octubre en sus ratos libres, desde el viernes 4 no hay descanso. Colaborarán en la estrategia –que por motivos obvios no se desvela– su jefa de campaña, Elena Valenciano; Antonio Hernando, Óscar López y el sociólogo de cabecera de la calle Ferraz, Ignacio Varela, además del director de comunicación, Carlos Hernández, y el asesor en la misma materia del Comité Electoral, Rodolfo Irago. Claro que estos dos últimos han predicado en el desierto cada vez que han intentado hacer de «sparring» con el candidato o sugerir un «coaching».

Rubalcaba no acepta tampoco clases de telegenia, ni tácticas audiovisuales, sólo le interesa saber la ubicación de la cámara a la que ha de dirigirse en caso de que tenga que enviar un mensaje a la audiencia. Tampoco escucha asesorías sobre su imagen. El traje que llevará será azul marino o gris marengo –suponen– porque de esto tampoco se puede hablar con el candidato. Si acaso con su esposa, Pilar Goya, que es a la que el Comité Electoral utiliza de gancho para que le sugiera el color de la camisa o de la corbata. ¿Será roja la que hoy luzca? Se lo recomiendan sus asesores, pero no suelta prenda. Será la que le diga Pilar Goya esta mañana.

En cuanto a la metodología que el candidato ha seguido desde que empezó con la preparación del debate, ha sido siempre la misma: pide papeles, sobre todo de la parte económica en la que le asesoran el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez; la responsable del área económica del PSOE, Inmaculada Rodríguez Piñeiro y Pedro Sánchez, diputado por Madrid. Los estudia, los relee, los pasa al ordenador y ya en éste, una vez escrutados los datos, escribe de su puño y letra los mensajes y las posibles respuestas. Lleva días –ayer estuvo hasta altas horas de la noche encerrado en su despacho de Ferraz– rodeado de colaboradores que entran y salen con la compañía constante de la música clásica. Hoy permanecerá toda la mañana en su domicilio para el último repaso y para estar más relajado. Sus intervenciones serán, aseguran desde su equipo, «muy explicativas». Tanto que habrá quien se sorprenda por ello, advierten, porque en contra de lo que pueda esperarse no habrá ni eslóganes ni titulares fáciles.

El Comité Electoral da la máxima importancia al cara a cada, porque será la primera vez que los candidatos puedan contrastar sus programas. Sólo así, «poniendo a Rajoy frente al espejo de su indecisión y ambigüedad ante determinados asuntos», la desmotivada izquierda puede reaccionar. Dicho de otro modo: el PSOE confía en que el voto se polarice tras el debate. Del adversario esperan que no arriesgue y siga la senda de su campaña de «no molestar para no asustar».

En el equipo del candidato intuyen que Rajoy hará «intervenciones planas» e intentará mostrar la cara «de moderado y hombre de consenso» que ha mostrado desde la reforma constitucional pactada con el Gobierno después del verano y con la que «pretende blanquear todo el pasado obstruccionista» del PP en ésta y en la anterior legislatura. Intuyen que el objetivo del PP no es tanto movilizar a los suyos, sino conseguir que la izquierda siga desmotivada. Quizá Rubalcaba, a juzgar por la senda que ha seguido en la precampaña, busque el contraste para despertar progresivamente a esa izquierda aún durmiente pero muy ideologizada; apele a la antítesis y la diferencia; al cómo es el PP y cómo el PSOE, al pasado y al presente de cada uno…

La suerte ya está echada y el plató, preparado, pero cuando esta noche se enciendan las luces del espectáculo, Rubalcaba sabrá que quizá ésta es su última oportunidad de movilizar al electorado en el que confía para mitigar la intensidad de la derrota. No puede aspirar a más, salvo milagro –laico, que dirían en el PSOE– o salvo que Rajoy pudiera cometer gravísimos errores, que tampoco se esperan. En esto el candidato del PP también le saca unos cuerpos de ventaja porque mientras Rubalcaba se enfrenta a su primer gran debate, Rajoy ya hizo dos en 2008 frente a Zapatero. Y la experiencia, en esto, también es un grado.