Ciclismo

Laredo

Carne envenenada

La Razón
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En octubre de 2010, mientras el ciclismo intentaba digerir el solomillo de Irún, Pat McQuaid, presidente de la Unión Ciclista Internacional, afirmaba en Australia, donde se celebraban los campeonatos del Mundo, que no habría «caso Contador», que se resolvería en unos días. Sus argumentos coincidían con los que Mario Zorzoli, responsable médico de la UCI, trasladó al corredor cuando le comunicó que el 21 de julio aparecieron en su orina 50 picogramos de clembuterol, un grano de arena en la playa de Laredo. Zorzoli llamó por teléfono al ciclista y se reunió a finales de agosto con él en Puertollano para planificar una estrategia que culminara en absolución. Pero el famoso laboratorio de Colonia se chivó y hubo que destapar el frasco. Al principio, la UCI junto al corredor. Al intervenir la Agencia Mundial Antidopaje, el asunto se encrespó. Tiene razón la AMA cuando dice que el clembuterol no puede estar en el organismo humano. Ante afirmación tan cierta como contundente sólo cabe la sanción, dos años y punto. Pero no, marearon la perdiz porque no estaban convencidos de la infracción y Contador se fió de quien le exigirá el 70 por ciento de su salario anual si es positivo. Así se conoce a las personas, a Zorzoli, readmitido en su puesto después de filtrar a L'Equipe los resultados de los controles antidopaje de la orina congelada de Lance Armstrong. De Zorzoli tenía Eufemiano Fuentes, cuando le pillaron en la «operación Puerto», su dirección, teléfono del trabajo, móvil y fax... Contador confió en sus peores enemigos; de ahí que ahora quienes bien le quieren traten de convencerle de que acepte la sanción por un año, para que corra la Vuelta, y no trate de lavar su honor, aunque la razón le asista, porque saldrá escaldado y traicionado.